Esperas al Jabalí
GENERAL => Relatos => Mensaje iniciado por: Quatermain en Abril 26, 2016, 12:12:09 pm
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La cuadrilla de Calzones Sucios
-Riiingg!!!
-Hígaaa. ¿Quien ej?
-¿Calzones?.
-¡Jí!, ¿Quién llama?
-Calzones, Soy Serafín.
-¡Coño!...Conde, cuanto tiempo…
-Que me he jubilado, Calzones.
-¡Vaya por Dios!... ¿Ejo es gueno?
-Ni bueno, ni malo Calzones. Ahora voy a tener tiempo para dedicarme a lo que quiera.
¡Po entonces es gueno!
-Que digo yo Calzones, ¿Tu no sabrás de alguna casilla que esté en venta, ahí en Villalba?.
-¿Arguna?..., ¡aquí se vende medio pueblo!. ¿Es que conoce a alguien que quiera comprar arguna caja de por aquí?
-El que quiere comprar soy yo.
-¡No jodas Conde!, ¿que te va a vení pal pueblo ajora?.
-Algo así. El coto que tenía se ha deshecho, y me he dicho…¿Qué mejor sitio que Villalba del Fresno para vivir tranquilo?.
-¿Y lo jabe er maestro?.
-Pues no, no lo “jabe”. Lo acabo de decidir hace un rato. Así que ve bicheando algo que el fin de semana voy para el pueblo a ver qué has visto. Y no le digas nada a Antonio, que le quiero dar la sorpresa.
Cuatro meses mas tarde Serafín está completamente instalado en una casa en el centro de Villalba, que por mediación de Calzones le ha costado una miseria (-bueno por la mediación de Calzones y porque la casa estaba en condiciones bastante precarias-), también Antonio le echo una mano en las negociaciones. Serafín le hizo las reformas necesarias para convertirla en una señora casa. Confortable, amplia ( como la mayoría de las casas antiguas de pueblo), y con un gran corralón como casi todas las casas de Villalba. Dando al corralón y con un desnivel de tres escalones, tenía una terraza cubierta, que se había convertido en el punto de encuentro de la “pandilla”, alejados de miradas indiscretas como cuando se reunían ( que aún lo hacían de vez en cuando) en el bar de calzones.
Calzones siempre llegaba por el portalón trasero del corralón y se sentaba con un protocolario “con permijo”, y se sumaba al contubernio de turno.
El conde había arrendado el aprovechamiento cinegético de una finca (ya no quedaban terrenos libre y los pocos que habían estaban “pelados” de fauna a decir del maestro). La finca tenía unas seiscientas hectáreas pero como era muy quebrada es como si tuviera dos mil. Solo contaba con algo de aprovechamiento ganadero y el corcho cada muchos años. Habían algunos castaños que estaban asilvestrados porque la castaña no valía dinero y era engorrosa de recolectar.
Calzones se encargaba de organizar los planes tanto para que hubiese caza como para poder aprovecharla. Sus facultades no eran las de antaño, pero aún se movía por la sierra como pocos. Con el Landrover del maestro subían al monte con unos sacos de maíz y trigo y lo dejaban caer chorreados en los carriles de la zona más apretada . A decir de calzones eso “criaba mucho ganao”. Era digno de ver como en la época de mas calor, a medida que pasaban soltando grano, las reses aparecían a comérselo. Sobretodo ciervas y jabalíes. Los jabalíes no dejaban de ser hembras y primalones pero daba gloria verlos. Cuando volvían de echar de comer en los días de junio, se sentaban en la terraza, y sacaban unas cervezas y productos frescos de la huerta aliñados o simplemente con un poco de sal.
Era entonces cuando decidían el paso siguiente. Normalmente la primera cuestión era si iban por carne, ( que era necesaria para el negocio de calzones y para los congeladores de los tres amigos), o si le ponían los puntos a tal o cual macho de categoría del que habían visto los rastros o le constaba a Calzones que existía.
En la finca había un pequeño “monte” con paredes de piedra que habían acondicionado, reforzando el techo y la obra. Allí pernoctaban si la cosa se alargaba.
Continuará
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Hombre, que alegría, ha vuelto calzones sucios!!!!!
Muchas gracias Quatermain !!!!!
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Ya jabía yo que no empodía fartá Calzones por musho tiempo... Jesperando me queo la continuació... ;) :D
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Ole, ha vuelto Calzones, que alegría.
Deseando leer el siguiente pedazo del relato.
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esto promete unos ratos muy agradables ;) ;) ;)
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Calzones te hechava mucho de menos ;) ;) ;)
Un saludo.
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El señor Conde se ha instalado cerca del paraiso, ;D ;D ;D
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¡Gracias Quatermain!
:) ;)
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Coño, Calzones otra vez haciendo de las suyas. Bienvenido sea, ahora que el Conde tiene casa en el pueblo, seguro que se multiplican las acciones de caza emprendidas por el trío. Y, ya se sabe, Calzones tendrá más años pero seguro que sigue con las piernas a tope.
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Ahy esta el amigo calzones.... Se avecina entretenimiento asegurado.
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Muchas gracias Quatermain por estos relatos tan entretenidos
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Una calurosa tarde de Junio, acababan de volver; Calzones, Serafín y Antonio de cebar desde bien temprano, como era costumbre de Calzones desde pequeño. (-“Er campo temprano en verano y tarde en invierno, que las reses no jon tontas”- decía siempre.) y empezó una tertulia amenizada con gazpacho helado que les había traído Antoñin por encargo de Marta.
-¿Pos que vamos a jacé mañana?. Tereja ice que los congelaores están con telarañas.
- Estaría bien un poco de carne para la barbacoa y para los arcones de ”Casa Calzones”,( como llamaba Antonio al bar de Calzones).
-Argo tiernito, digo yo. –contestó Calzones dejando sobre el tablón de la mesa un puñado tomates arriñonados bien colorados pero duros como piedras.
-La parte alta de la solana está muy pelada, pero los bajos de la umbría están muy tomados y los bichos se comen todo el maíz que echamos. – terció Serafín que subía los tres escalones de la terraza, con un montón de pepinos recién cogidos en el corralón. -Hay que ver como echan pepinos las matas que sembrastes Calzones,- Y sacó su navajilla para ir pelando los pepinos que pensaba añadir al gazpacho. Entretanto, Antonio había empezado a apañar los tomates cortándolos en gajos grandes mientras que Calzones picaba unos ajos que parecían las amoladeras de un macareno. Mario se quedó mirando la mesa un momento y dijo: -¡ Vaya comía!... tomates con tomate, que seguíos jomos...- pegó una risotada y siguió picando ajos.
-Antonio con flema británica, sentenció: - Para carne podemos apañar dos primalones que estarán bien tiernos y que comen más que dos grandes. Porque no damos a basto echando maíz. Aunque también podíamos buscar una pepa vieja de las que no paren ya. La carne es un poco más dura pero también estará buena. ¡Y preparada por Teresa, ni te cuento!.
Cuando acabaron el gazpacho y la fuente de tomates, se comieron un “tapita de carrillada con patatas acompañada de un vaso de tinto” (avance del menú del día del bar de Mario). – ¿Esto es lo que se va a comer hoy en “Casa Calzones”?. Los senderistas no saben lo que van a almorzar cuando van para arriba. Si lo supieran no subían, se quedaban directamente en el bar. ¡Esto está de vicio!. El que decía todo esto no era otro que Serafín, al que los médicos de la capital le habían recomendado, no comer sal, ni carne de caza, ni grasas, y moderar la ingesta “enólica” ( como llamaban a las bebidas con alcohol los galenos, porque quedaba mejor en el informe clínico). Por supuesto Serafín se pasaba, con moderación, las recomendaciones drásticas de los médicos por el “forro del sobaco”, y estaba mejor que nunca.
Después de la comida sestearon un rato hasta que empezaron a enredar con las “herramientas” propias de la afición. Antonio había sacado el Santa Bárbara del 8x57 que desde que Serafín se instaló, guardaba en el armario especial del Conde. Le dio un poco de aceite sobre todo a la madera y a la parte exterior, dejando el interior seco. Después le pasó una baqueta metálica desde la recámara a la punta del cañón. Mas que nada lo hizo para que Serafín también sacara también su nuevo rifle sin que pareciera que alardeaba. Serafín puso sobre la mesa una funda nueva como de escopeta pero que contenía un rifle desmontado. Mario no perdía “puntá”, mirando como un niño que estaba viendo algo nuevo y maravilloso, (que venía siendo lo que estaba pasando).
El Conde sacó un monotiro de fabricación europea, de Ferlach para más señas, de la marca Franz Sodia en calibre 7x65R. Se lo había comprado a un cónsul amigo suyo cuando lo destinaron a un villorrio perdido en un lugar yermo de África a causa de un escándalo de faldas. -“Esto debía de estar en un museo” decía el maestro. ¡Ojú que cosa maj bonita! decía Calzones. Serafín entonces comentaba, “Lo mejor es como monta los tiros uno encima de otro sin fallar uno”.
Serafín siguió con la conversación, y como el que no quiere la cosa afirmó: -Ahora me sobra un rifle… y miró a Calzones… -aunque no sé si la balita del Mannlincher será demasiado fina para ti Mario.
-¡Tié cojones!, ¿que mej tas diciendo, Conde?, (Contestó Calzones sin darse cuenta de que estaba entrando al trapo del Conde. Si se lo hubiese regalado del tirón lo habrá rehusado, pero no se dio cuenta de la elegante maniobra de su amigo) y siguió Mario,-Con una balita tan canija, le jago un pespunte en er mismo coillo al bicho mas pintao, …¡sabraj tu!.
- Bueno, eso lo tendrás que demostrar, así que la próxima vez te lo llevas tú y a ver lo que eres capaz de hacer, y si te va bien, ni me lo devuelvas, te lo quedas para los restos.
En ese momento fue cuando Calzones se dio cuenta de lo que había hecho su amigo y esbozó una sonrisa acompañada de un lacónico -¡Gueno, ya veremoj”.
En esas estaban cuando apareció en escena el “Cisco”. El Cisco era un amigo de Mario de toda la vida. El que tenía una era y unas colmenas en el monte. Era corpulento como un buey de tiro, y un autentico “animalito”. En una ocasión enderezó uno de los hierros del arado pisándolo por un lado y tirando con las manos por el otro extremo. Cuando capaba las colmenas no se ponía protección y si le picaban las abejas solo decía “ Peor para ellas, si me pican se mueren, asín que mejor que no me piquen por su bien”. Cuando no tenía faena, que no era muchas veces, aparecía por el corralón de la casa de Rivasana, por si podía echar una mano en algo. Durante la obra fue mucho y trabajó duro sin querer remuneración ninguna. Y cuando bajó la cantidad de faena, seguía yendo pero agregado a la cuadrilla. Ya era uno más, no cazaba, pero comía y bebía como cuatro, y tenía buenas ocurrencias que todos celebraban. Acompañaba cuando podía en las salidas cinegéticas y se quedaba con cualquiera (todos se lo rifaban).
-¡A las buenas tarde tenga la cofradía!, ¿Se cuece algo por aquí?. Dijo asomando la cabeza por el portón del corralón a la vez que se quitaba la gorra.
-¡Hombre Cisco!, pasa, que aún queda algo de tinto y carrillada con patatas. La ha hecho Teresa. – Dijo desde la terraza Serafín
- ¡No diría yo que no a eso, señor Rivasana (era el único que llamaba así a Serafín, ni conde, ni serafín , sino Señor Rivasana o como mucho “Don Serfín”). Y se acercó a los escalones pasando por enmedio de los surcos de la huerta. Antonio le había sacado un plato bien colmado de carne y un vaso de vino a lo que asintió agradecido, y eso que eran las cinco de la tarde. El decía que el estomago estaba siempre a oscuras y no sabía si era de noche o de día , por lo que no tenía hora para comer. Siempre estaba dispuesto.
continurá
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Esta cuadrilla va a dar mucho juego y nosotros a disfrutarlo.
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Quatermain. Cuantas ganas tenía de ver anunuciado en la sección de relatos a Calzones. Ya lo echabamos de menos.
El Conde, cómo no, harto de protocolo, sabe que la verdadera amistad reside en las personas sencillas y sinceras que no son interesadas. Seguro que esto va a dar mucho juego.
Voy a leer la segunda parte.
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Cuando capaba las colmenas no se ponía protección y si le picaban las abejas solo decía “ Peor para ellas, si me pican se mueren, asín que mejor que no me piquen por su bien”.
El “Cisco” Animalito que es uno. ;) Este personaje me da que va dejar también huella.
Un saludo.
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Que me suena esa cuadrilla y ese monotiro calzones , tie cojones la cosa
Po no que barrunto algo parejio.......
Gracias y no dejes de compartir esas vivencias que jon mu güena
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Bueno, pues ya tenemos al CISCO en la cuadrilla, que cuatro cazando son mejor que tres, aunque a éste no le gusten mucho los tiros. Me alegra sobremanera que QUATER hable de las armas de Ferlach. Yo estuve a punto de comprar un monotiro del 6,5 (creo) que entraba por los ojos que no veas. Pero me tenté bien el bolsillo y al final desistí. Me pedían 10 de los grandes (5000 DEL ALA). No recuerdo bien la marca, pero era una maravilla, con un perrillo labrado precioso y una pinta de cosa antigua cojonuda, con cañon octogonal. Al final me compre un Merkel que me salió por la tercera parte. Pero todavía tengo la imagen en las mientes... qué preciosidad....
Cómo me gustaría ser de la cuadrilla del gran Calzones... el buen yantar y la caza asegurados.. Casi nada lo del ojo.
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Como por arte de ensalmo he recordado la marca del famoso monotiro de perrillo. MICHELITTS o algo así.
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A ver por donde nos sale la cuadrilla en esta nueva aventura.... que por cierto, siempre es de agradecer Quatermain.
saludos.
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Muchas gracias Quatermain por estos relatos, un placer leerlos.
Saludos, Fernando.
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Pues como todos muy agradecido por estos relatos del tío calzones ,
Muchas gracias compañero y un saludo
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Preciosos relatos quatermain en marcha calzones buenas esperas a e avecinan. Un saludo
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Grandes aventuras se adivinan en lontananza... ;) Qué bien!!! :D
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Este relato,como los buenos licores,mejor a sorbos pequeños y con el sosiego necesario para disfrutarlos como merecen.Quater ;)
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Como siempre, un autentico placer el poder leerte.
Un salido.
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Veo que sigues en la brecha, Quater. Bueno, tú no, Calzones.
Relatos de la vida en los pueblos, entre amigos. Gente sana y que conoce el campo mejor que un mecánico su moto.
Pendiente quedo de las aventuras de estos cuatro mozalvetes.
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Deseando leer los dimes y diretes de calzones sucios y su tropa
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-Pues todo dicho, -dijo el maestro- mañana por la noche tenemos una media luna muy apañada, los comederos están tomados y vamos a por carne, así que no hay que seleccionar mucho y en cuanto oigamos tirar al primero que lo haga, nos quitamos y vuelta a casa para aviar.
-Si me aceptais, os acompaño por lo menos pa aviá el guarro. –dijo preguntando <cisco mientras se empezaba a comer el segundo plato de carrillada.
-Tú siempre estás “aceptao”.-Dijo el Conde imitando a Cisco. ¿Cómo está la carrillada de Teresa?.
-Mu guena. Como siempre. ¡Como guisa la condená!. –Y seguía comiendo.
Calzones terció como maestro de campo, - Er Cisco je pué vení conmigo, y nos ponemos en la peñasca der ormo seco. Er Conde se pué poné en el charco la Rivera, que es lo poco con agua y seguro que jentra ganao. Antonio, tú te pués poné en er comedero de los bajos de la majá. To los días la dejan limpia los marranos, seguro que hay una tropa.- A medida que Mario iba enumerando a los amigos y los distintos puestos, estos iban asintiendo como si aquello fuera el evangelio.
El puesto del Maestro era uno de los más querenciosos. Estaba debajo de una antigua majada de cochinos abandonada y con las paredes medio caídas. El carril pasaba por la majada y cebaban desde el mismo coche sin bajarse. El puesto estaba en la majada . Se tiraba desde una zona de pared que estaba semiderruida. Se colocaba el aguardista dentro de la construcción y estaba cubierto por los cuatro lados. De esta forma aunque el aire estuviese malo no molestaba.
El lugar donde se iba a poner Serafín era una charca de agua turbia producida por un rebosadero de un pilón de ganado que se llenaba por canalización de un manantial antiguo. La usaban los cochinos como revolcadero y las reses de pelo como punto para abrevar. Estaba en un bajo de una ribera y el aire era fijo a lo largo de esta.
Calzones iba al sitio más complicado, porque era una peña redonda como un chinorro de río pero de un tamaño descomunal, que el carril rodeaba, por lo que el cebado era todo alrededor de la peña y las reses podían entrar por cualquier lado. Lo bueno era que la plataforma de la peña era redondeada y lisa y podías moverte sin hacer ruido pero no tenía ninguna defensa para taparse. En lo alto de la peña podían estar perfectamente dos personas sin estorbarse, por eso Mario se adjudicó a Cisco. Por eso y porque era una ayuda inestimable si había faena de matarife. Cisco era capaz de apañar una res en pocos minutos solo con una navajilla que iba repasando de filo en cualquier piedra.
Almorzaron juntos el día siguiente, y tras una imprescindible siesta el maestro fue recogiendo uno a uno a los tres amigos. A Serafín el primero, que apareció con su monotiro. Después pasaron a casa de Calzones, donde esperaba también Cisco. Calzones llevaba la Malinncher del 6,5 dispuesto a demostrar que sobraba con la pequeña balita, y su inseparable talega de tela con algo para picar. Sabía que con la compañía que llevaba esto era un requisito indispensable. Por supuesto Cisco solo llevaba… las manos en los bolsillos.
Tras un repechar por carriles impracticables un buen rato, llegó el Landrover al final de uno de los múltiples carriles que cruzaban la sierra. A unos cien metros hacia abajo se apreciaba la charca donde se iba a poner Serafín y a la izquierda a unos treinta metros, el pilón que por haberse hundido un poco en el suelo por un extremo, rebosaba por el borde más bajo. Caía un pequeño chorrete de agua que se remansaba en la charca.
-Abájate solo tú, Conde. Ya jabes onde ponerte. En cuanto que endispare er primero arecojemo a tós. Coy amos por carne.
- ¡Estamos Calzones! Al primer tiro recogemos los bártulos y esperamos el coche. –Dijo Serafín con media sonrisa.
- ¡Yo no lu habría esplicao mejón! –Rió Calzones.
-¡A ver si no gritais verduleras! – Susurró riendo también el maestro.
A continuación fueron a la peña donde se quedaron Calzones y Cisco. Antonio acercó el coche todo lo que pudo a la base de la peña, de forma que Mario y su amigo saltaron directamente sin pisar la tierra. Treparon por el granito y se colocaron sin hacer muchos aspavientos.
-Cisco, aquí je nos ve ende er quinto demonio. Ajín que nuestra defensa ej no moverno. Amos que semos dos lagartijas en lo arto duna china.
-Entendío Carzones. Quietos como dos lagartijas al sol.
Y eso hicieron. Calzones se sentó con los pies colgando y el Cisco se colocó en cuclillas, sentado sobre los talones. Una postura que parecía incomoda pero en la que el personaje era capaz de aguantar horas.
El último en ponerse fue el maestro. Tuvo que dejar el coche alejado de la majada caída, en un vallete con unos frondosos robles que lo ocultaban perfectamente. Repechó con los bártulos. Iba un poco cargado porque necesitaba una silla, además del arma y el taco. Y la novedad es que le había instalado un visor al rifle. Le habían asegurado que con él, vería como si fuera de día. Tenía sus dudas pero estaba deseando probarlo. No era de la categoría del que tenia instalado Serafín en el suyo. El de Serafín era de fabricación alemana y costaba casi lo que el rifle, pero el suyo era americano y lo había conseguido a través de un amigo que trabajaba en la base de Rota, por un precio muy razonable. Estaba ilusionado por probarlo, pero qué duda cabe que era otro chisme mas.
Llegó sudando y se bebió media botella de agua. Se colocó detrás de las piedras de la majada por la parte que estaba más caída. Colocó algunas piedras unas encima de otras hasta alcanzar una altura apropiada para apoyar al disparar. Se sentó y decidió comerse el taco antes de nada y se bebió el resto del agua. Apuntó al vacio un par de veces para hacerse al nuevo chisme. Y quedó satisfecho.
continuará
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Preciosos relatos catermainEsperamos el resultado de la espera que sera muy buena un saludo
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Quatermain seguro que el nuevo personaje da mucho juego. A la espera quedamos de nuevos acontecimientos.
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Quién tirará antes? ::) Ya veremos... ;)
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Quién tirará antes? ::) Ya veremos... ;)
;D ;D ;D Yo apuesto por calzones ;)
Un saludo.
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Tardo más de lo que me hubiera gustado en contestarte hermano QUATER, pero ando últimamente algo despistadillo desde que el gran LOBACO me ha incluído en sus inefables CABROMOCHOS. La verdad es que de la reunión de gente del campo, sana como una manzana verde cogida del arbol, y gente de ciudad que, inteligentemente, faltaría más, ha decidido que la vida rural es lo que realmente aprecia, sólo pueden salir relatos como este tuyo, que ya es un clásico en los relatos del foro y que es una atalaya costumbrista en la que siempre, siempre, se disfruta leyendo, como bien dice BUHOGRIS, tragando a pequeños sorbos. La planificación del Jefe Calzones, al que nadie discute su capitanía en el campo, perfecta. Sus comentarios sobre el puesto que él mismo ocupa junto con el cuarto en discordia ("como lagartijas en una china") espectaculares y "de pueblo llano" . Me he reído también con el comentario de nuestro seráfico Conde cuando se da por enterado del plan: "Estamos..." y eso, amigos, es que se le va pegando ya lo campesino y andaluz. Esta palabreja "estamos" es la más extraordinaria que yo haya escuchado nunca. Y es que significa lo que tú quieras que signifique (siempre dando a entender que "te has enterao"), una especie de O.K. de los Yankis, pero dicha con un tronío y una gallardía típicas de este gran pueblo del que tanto he aprendido y al que amo sobre todas las cosas. Pase lo que pase ya, sea grande o chiquitillo el guarro, el regusto del relato ya no nos lo quitará nadie QUATER... pero, eso si, no lo demores mucho que ya ves que me despisto.
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No desesperes Juanfran, es que voy últimamente justillo de tiempo con el trabajo. En cuanto tenga un momento cuelgo el desenlace. Un saludo
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Serafín llevaba ya un buen rato puesto y entraban al pilón… vacas, que no sabía de dónde habían salido, un burro, dos caballos trabados dando los típicos saltos de estos cuando tienen atadas las patas delanteras, (El conde no entendía porque a esto se le llamaba “ir trabados de las manos”, - ¡tendrán manos acaso los caballos!, vamos no se le ocurre a nadie llamarlo así , pero la gente sabrá porqué .)
Por si fuera poco un mastín estuvo bebiendo hasta irse con la barriga hinchada.
-Valiente festival, así aquí no entra ni una res, -pensaba Serafín mientras el sol iba cayendo.
Mientras Calzones y Cisco seguían inmóviles pero sin ver ni un pájaro. No habían cambiado de postura en la hora que llevaban esperando. El Cisco estaba un poco entumecido y fue estirando lentamente una de las piernas, pero se quedó como una estatua de sal cuando lo miró Calzones y se llevó el dedo índice atravesado a la boca cerrada. Después con ese mismo dedo muy despacio señaló a un bulto negro que asomaba el lomo por encima del forraje. La hierba estaba muy alta porque había llovido mucho en primavera y los animales se tapaban bien si no eran muy grandes. Cisco seguía como si fuera un chino haciendo taichí. Un pierna flexionada en cuclillas bajo el cuerpo y la otra estirada casi en horizontal y se apoyó en las dos manos sobre el chinorro gigante para no caer. Veía como Calzones levantaba el rifle lentamente, tanto que no parecía que lo moviese. El bulto era un cochino medianete de los que acaban de hacerse solitarios pero sin entidad de viejo guarro. En una calva del pasto se le vió perfectamente y Calzones lo tuvo claro. Aquel cochino era más grande de lo que había pensado al principio y cumplía las expectativas de carne. Un macho hecho pero sin el olor profundo a verraco que tanto estropeaba la carne. Lo tenía a no más de 15 o 20 metros. Comía tranquilamente sin notar nada extraño. El aire iba del cochino a la piedra, por eso no olía el sudor que le caía a Cisco por la frente y la espalda. De pronto hubo un revoque del viento de los que son normales en la sierra al ir declinando la tarde, y el cochino notó algo. Le vino un olor inconfundible, (El Cisco cuando sudaba, sudaba y su sudor olía a kilómetros). Y levantó la cabeza bruscamente. Fue lo último que olió. Una pequeña balita se introdujo por debajo de la base de la oreja derecha y calló sobre sus patas en un espasmo nervioso. Ni se enteró de lo que había pasado. Calzones bajó el rifle con un lacónico:
-¡Ea! Yastá, a esto jabiamos venío. – En tanto que Cisco caía de culo sobre la piedra y estiraba desesperado la otra pierna.
-¡La virgen!...no aguantaba mas…si que lo has apañao pronto.
-Ajora nos jamamos er taco y ansí ejperamos a que vengan los demaj al oído der tiro.
A Cisco ya repuesto del entumecimiento lo de comer siempre le parecía bien, y se pusieron a ello. Cisco también traía una talega abultada, (no fuera a quedarse con hambre), pero aproximadamente los dos llevaban los mismo alimentos. “Todo bajo en colesterol”, pero desconocían este término y ni falta que les hacía conocerlo. Los dos sacaron sendas tortas de panceta entreverá, chorizo de matanza y hogazas de pan de las de siempre. Calzones llevaa algo de vino, pero su amigo nunca bebía alcohol y tenía una garrafita de cristal recubierta de esparto que mantenía el agua fresca. Se pusieron a comer y… acabaron de comer. Como no venían los amigos, Cisco en un pispas avió el cochino cogiendo las preceptivas muestras para el veterinario. Y se sentaron a esperar. Se hizo de noche. Y estaban extrañándose cuando vieron venir los faros del Landrover del maestro. El maestro se bajó exultante y dijo:
-¡Teneis que venir conmigo, que he matado un pedazo de guarro, sin boca pero que pesa lo menos ochenta kilos!...¡coño si vosotros también habéis tirado…y matado!- Dijo mirando el guarro en el suelo y continuó… -Además he tirado otro a primera hora muy lejos pero que veía perfectamente con el visor, y no sé si le he dado.
-Pos ni tejemos sentío, ji nó, no tiro ejte. ¡Ji que amos a tené carne!. Ej que estabas mu en el abujero y era bujero sa comío el ruido der tiro.-Sentenció Calzones.
- Gueno, mas vale que zozobre a que zofarte como dice er refrán. –Dijo Cisco, echándose el guarro a la espalda y dirigiendose al coche. –¡Ea pues vamos a por el otro guarro!.
-Animalito, ni ayuda ha pedido- Dijo en voz baja Antonio para que solo lo oyera calzones.
- ¡Esque ya tié el estogamo lleno!- Rió Calzones.
Cuando llegaron al agujero donde había estado el maestro, Cisco se bajó, y se fue directo al guarro caído.
-¡Guenos lomos tiene el mozo!-Dijo, y le dio la vuelta y empezó a vaciarlo.
-¿Onde tiraste el otro, Maestro?.
-El maestro contestó a Calzones:…- Debajo de aquel chaparro grande que se recorta contra la Luna casi en el viso.
-¡Amo jayá! Y Calzones empezó a subir lentamente dejando a Cisco apañando el guarro y seguido de cerca por Antonio.
Cuando llegaron al chaparro lo único que dijo Calzones fue…
-¡- con que no las dao!..¿no?. Poj aquí está la jangre. ¡Cagóndiez!, menojmal que va pabajo. Pero er joío no ja andao mucho. Mira onde ejtá. Y esjtá gordo er joío. ¡Tié cojone la cosa!. ¡¡¡¡Cisco ajubete parriba, que tiés que echarnos una mano!!!!... Tié cojones… no quierej carne… po toma carne…anda que er Maestro también iba a errá… er tiro.
- ¡He tenido un buen profe!... Se reía Antonio. – Hemos venido a por un bicho y llevamos tres.
-Pos atate los machos, que como er conde, haya jecho carne, tenemo jaena.
-Yo no lo he oído tirar, Calzones, pero tampoco te oí a ti.
En esas llegaba el Cisco…
-El de abajo está apañao. Este lo aviamos aquí y así pesa menos.
-¡Tu mandas!..Dijo el maestro agarrando el cochino por las patas delanteras con la espalda sobre el suelo para facilitar el trabajo a Cisco.
En lo que se tarda en decir “Jesús” estaba el guarro vaciado y con las pezuñas cortadas. Cisco le amarró una cuerda de “pita” en el morro al cochino y empezó a tirar del mismo. – Cuesta abajo no tiene chicha, con el que me vais a tener que echar una mano es con el de abajo. ¡Ese tiene un deslome!.
Cargaron el guarro menos grande en el maletero del Landrover junto al de Calzones y echaron mano entre los tres para subir el grande.
-¡jeeeee…Adentro!- Voceó Cisco mientras lanzaba el guarro encima de los otros dos. Calzones y Antonio solo habían subido el cochino hasta una altura en que Cisco ya podía él solo con el bicho.
Cuando se metieron en el coche, el Maestro dijo:- ¡Vaya tufo a guarro! Esta peste no se le va al coche en un mes. Verás cuando se monte Marta, me va a poner fino.- Y todos rieron porque se imaginaban el cuadro.
-Argo jabrá que jacé pa que se quite er tufo a guarro. ¡Ajora amos a por er Conde ¡.-Y se pusieron en marcha hacia el concurrido pilón de Serafín.
Cuando llegaron se encontraron a Serafín comiéndose un bocadillo y dándole un tiento a una botella de rioja.
-¡Creí que os habíais olvidado de mí! Y señalando con la misma mano que sostenía la botella les marcó un bulto que la luz de los faros del coche alumbraban.
-¡Cagondiez!, otro marrano, ya lo barruntaba yo, amos aejtá apañando carne jasta la jemana que viene. –Dijo Calzones que se meaba de la risa.
- Es lo único decente que ha entrado,… y además tiene boca. –Dijo el Conde con una media sonrisa a la vez que se ponía los dedos índice de cada mano a modo de colmillos sobre su mandíbula.
-¡Ji tendrá juerte er cabrón!. -Exclamó Calzones.
- ¡Estás quebrao Serafín!. -Dijo Antonio sonriendo.
-Pos manos a la obra, que a este hay que sacarle los morros.- concluyó Cisco.
- ¿Como que a este?... ¿es que hay mas?,… no he oído mas tiros. –Preguntó el conde.
A lo que el maestro contestó simplemente abriendo la portezuela del Landrover.
-¡Virgen Santa!, …jajaja…¿Pero que habeís hecho Chavales?...¡Anda que no nos queda faena!... Me debo estar quedando sordo, porque no he escuchado ninguno de los tiros.
-No hemos escuchado ninguno los tiros de los otros, por eso tardábamos tanto. Estábamos recogiendo los bichos. Calzones uno y yo dos.
-Tú no te podía conformar con uno y te cepillas dos, jajaja. –Rió el Conde que estaba un poco achispado, mientras pasaba la botella a su amigo.
-¡Gueno, esto yastá!. – Dijo Cisco que ya había aviado el último guarro- ¿No habrá mas?... ¿No?. Que tengo los lomos como pa ponerlos a la sal.
-Mañana le digo al de la tienda de electrodomésticos que me mande un congelador grande que tenía en el escaparate. – Dijo Serafín mientras sujetaba los cochinos ayudado por Cisco. Los marranos sobresalían por encima del asiento trasero y tendían a irse para delante. En el asiento trasero se acomodaban como podían, Serafín, Cisco y todos los bártulos de los cuatro.
-Madre mía si Marta, viera esto. -Decía el Maestro mirando por el retrovisor a los cochinos mientras el resto de la cuadrilla se pasaba lo que quedaba de la botella de Rioja entre bache y bache del carril.
-No te preocupes que le damos un manguerazo y se queda como nuevo. –Dijo el conde.
- No sé yo…-Contestó Antonio
La faena duró hasta las seis de la mañana. Dejaron la carne en barreños de plástico hasta la próxima llegada del arcón. Tomaron las muestras preceptivas que Antonio llevaría al veterinario. Se apiolaron tres botellas del mismo Rioja, que sacó Serafín junto con unas chacinas para que se faenara con la barriga llena. (Ni que decir tiene que Cisco dio buena cuenta de un porcentaje importante de ellas. Eso sí… con agua que Cisco no bebía alcohol).
Todo amenizado con comentarios jocosos como …
¡La próxima de carne ná. La próxima vamos a por abuelos!, ¡ Ya no hace falta carne hasta el invierno que viene!, y risas y mas risas, porque entre otras cosas cuatro botellas de Rioja entre cuatro, si uno de los cuatro no bebe, tocan a una porción considerable de tinto por cabeza.
Fin
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Ya la han liao parda, este Calzones sabe donde poner a cada uno.
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Gracias de nuevo por recrearnos con tus magníficos relatos, un saludo,
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Que risa, jajaj. Grande la cuadrilla!!
Mil gracias de nuevo por volver a contarnos las historias de Calzones.
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Ahí ha matado hasta el que no iba armado...
Enhorabuena, Quatermain,!!!
No nos abandones y sigue regalándonos tus relatos, que nos transportan a ese mundo que nos gusta tanto.
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Vaya nochecita que hizo la cuadrilla :o
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Que buen aguardo. Gracias Quatermain. :)
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Pues sí que les resultó agradecida la jornada a nuestros cuatro amigos. Y eso que el Cisco no llevaba ninguna "escoba de fuego". Cuatro eran los cochinos, ¡cuatro!, casi como en los carteles que anuncian las corridas de toros cambiando el dígito cuatro por el seis. Como para no tener un buen congelador en casa. Así que las necesidades propias y las de los clientes del chiringuito de Calzones estaban bien aseguradas en cuanto a las tapitas de suculento guiso de jabalí. Ni el mejor de los capitanes de campo hubiera podido pensar, a priori, que la jornada se diera así de bien. Un doblete del Maestro y los demás con rifle a jabalí por barba. El Cisco se nos ha revelado también como un personaje importante. Que te avien cuatro guarros en un pis pas tiene su aquel... y si no que nos pregunten a alguno de nosotros, menos especializados en el asunto. Grandes Calzones, Serafín, el Maestro y el Cisco (por qué no será amigo el Cisco de los binos y demás bebidas espirituosas?. Seguro estoy de que nuestro QUATER nos sacará de dudas en sucesivos capítulos....
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Vaya patada al diccionario que le he pegao al "bino". No me extraña que el Cisco no beba de éste....Coño como que no existe.
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Nada como juntarse tres o cuatro amiguetes.
¡Bueno sí! Juntarse, apiolar tres o cuatro cochinetes y doblar tres o cuatro botellas de Rioja. :D
Muy divertido el relato. Gracias Quatermain.
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Si hubiese voluntad para ello (que por desgracia no la hay :-[) con unas cuantas cuadrillas como la de Calzones,se acabava con el hambre en el Mundo en un "santiamen" :D.Gracias una vez mas,compañero QUATERMAIN,por deleitarnos con las fantasticas aventuras de Calzones y su cuadrilla,a la que poco a poco se van sumando nuevos personajes,que sospecho que nos obsequiaran buenos ratos de entretenimiento ;).
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Que peligro tiene esa cuadrilla ;) ;) ;)
Me da en la nariz que no sera la ultima vez que salen juntos.
Un saludo y gracias por entretenernos con estas fantásticas narraciones.
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Gracias por el buen relato ameno y fructífero. Por eso me asalta una duda... No tendrás el número del propietario del coto ese no?. Jajajakjajaja
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Qué buen rato he pasado leyéndote Quater. Esto es la caza, compartiénda con buenos amigos. Días de mucho y otros de poco o nada, pero cazando entre compañeros, camaradas, que se complementan y se lo pasan "como los indios".
Gracias y quedo a la espera de mas andanzas.
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Cómo siempre me ha encantado el relato. Ya sabes Quater ahora a por el siguiente. ;)
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Curioso desenlace el de esta aventura de Calzones y Cía.... Una vez más gracias Quatermain.
saludos.
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Que buenas esperas se monta esta cuadrilla gracias por estas esperas tan buenas un saludo