Esperas al Jabalí
GENERAL => Relatos => Mensaje iniciado por: feder en Septiembre 28, 2016, 01:10:04 pm
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Despues de unas vacaciones y una larga temporada sin entrar en el foro, estoy con mas ganas de participar, por lo que me animo a poneros un relato que tenía por ahí guardado y que tiene que ver con el relato que nos ha contado nuestro compañero PATILLAS, referente a la esperiencia con su hijo.
Monteria con mi hija
Mi amigo Gabriel Vico, compañero de profesión, debido a la amistad fraguada entre ambos en los años en los que trabajamos juntos en el Hospital de Manzanares, tuvo la atención a pesar de que habían pasado muchos años, de hacerme una invitación por medio de nuestro amigo común Tomás Fernández de Sevilla (Otorrino en el Hospital de Albacete), para asistir a la montería que organizaba en su finca situada en la población de Villanueva de la Fuente, la cual por cierto tengo que comentar, está colindando con la finca de Samuel Flores, esta llamada el Palomar. Nos reunimos todos el día señalado acompañados con nuestras respectivas familias, dando a la montería verdaderamente un ambiente agradable y entrañable. La montería por el contrario no transcurrió como hubiéramos deseado, ya que el día fue de auténtico “día de perros”, el aire, el frío y la lluvia estropearon lo que previamente habíamos augurado como un buen día.
Empezó la suelta de perros con el agua como protagonista, la mancha era preciosa por cierto, con un monte repleto de jaras altas y mucha vegetación; el aire venía malo para la mayoría de los puestos, aireábamos la mancha que se monteaba, tan sólo quedaba un pico de monte donde no venteábamos con el aire. Transcurría la sufrida montería y lo que era peor mi hija Violeta me acompañaba aunque con verdadera pasión, pues tengo que reconocer que siempre me ha acompañado a todos sitios. Ella tenía por aquel entonces unos ocho añitos, pero como fuerte que es y cargada de mucha vitalidad y haciendo gala siempre de mucho carácter, me acompañó. Mi esposa junto a Virginia, mi hija más pequeña se quedaron en la casa de la finca con el resto de familias.
Antes de proseguir con la montería os diré que mi hija solía siempre acompañarme a cualquier sitio donde surgía la ocasión, o se venía a la sierra a sacar a los jabalís que criábamos en casa, para hacerles pastar la bellota caída de las encinas de Farrache, o a sus cinco años me acompañaba a todas las fiestas que se celebraban cerca de casa, montada en su caballo. Que temperamento ha tenido y que valiente es!!!. Os sigo contando después de este inciso, los amigos monteros, viendo como estaba el día de sucio y sabiendo incluso que el aire no era favorable, fueron abandonando los puestos uno tras otro, alguno se quedó en el puesto, matando incluso algún aislado jabalí, pero al final tan sólo quedamos en el puesto otro amigo, el cual tuvo que subirse a una encina para ver y dominar la mancha, y Violeta y yo, por debajo de su situación estando un poco más distanciados. Los dos dominábamos el pico de monte que quedaba entre comillas sin airear, esperamos que pasaran los perros y no tardó mucho el guarro en hacerse notar, apareció en frenética carrera perseguido por la rehala de perros, bajando monte y dirigiéndose a mi posición. Posición que yo minutos antes había mejorado, viendo la mala visibilidad de la que disponía; pues tuve que hacer una peana con piedras grandes para subirme en ellas y dominar por encima de las gigantes jaras la situación; mi hija apartada unos metros y apoyada en el árbol más cercano esperaba el desenlace petrificada y que con su cara desencajada exclamaba débilmente, un…Papá!! Papá!! casi imperceptible apenas para mí; tranquila hija, tranquila, que estoy aquí!!! Quise consolarla. El guarro seguía avanzando en su carrera seguido de la ruidosa ladra de los perros, el momento se hacía eterno y al mismo tiempo irresistible, la descarga de adrenalina en ambos era enorme, para mí atractiva, para mi hija insufrible; yo con la visibilidad obtenida, veía como las jaras se iban abriendo a su carrera, como si un fantasma surcara entre ellas a gran velocidad, el momento era impresionante…Por fin las últimas jaras se abrieron ante mí, apareciendo en décimas de segundos el alocado jabalí….y a continuación de forma súbita, mi disparo, realizado con mi viejo Santabarbara, del ejercito español, fabricado en los años sesenta y utilizado por el ejercito Argentino para la guerra de las Malvinas,…..este hizo su estallido….. Provocando con el eco de su sonido, la muerte tardía de aquel animal. Fue a caer a escasos metros de donde estaba mi hija Violeta, y no inerte como yo hubiera deseado, pues tuve que saltar como un resorte con cuchillo en mano para darle su muerte final.
Han pasado muchos años, mi hija tiene en la actualidad treinta y un años y fué su primera esperiencia, la cual tiene gravada en su memoria. Después han venido muchas y de todos los colores.
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Intenso lance el que tuvisteis tu hija y tu Feder... y es que cuando la ladra viene en nuestra dirección a cualquiera se le dispara el pulso.
Bonito recuerdo para padre e hija, que seguro, a pesar de los años, recordais con alegría.
Gracias por compartirlo con nosotros.
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gracias Manuel. Saludos
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Buén relato Feder¡.
Como digo siempre, es una bendición poder compartir esos momentos intensos de nuestra afición con nuestros hijos.
Mi más sincera enhorabuena por el relato y por la vivencia, que seguro permanecerá en vuestro recuerdo para siempre.
Un Abrazo
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''Cazamos aunque haga buen tiempo'', dice un dicho entre cazadores. Y monteando, aunque se caiga el cielo, mientras estén los perreros y perros cazando la mancha, no se debe quitar nadie. Tú cumpliste como buen montero Feder y tu hija también a pesar de su corta edad y ese saber aguantar ''marea'' trajo su recompensa. Así se hacen las cosas, enhorabuena. ;)
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Qué delicioso relato FEDER con el que nos obsequias en esta ocasión. Una montería familiar, con amigos comunes, en una finca lindera con EL PALOMAR, es para no despreciar en ningún caso, aunque se desparrame el cielo y caigan chuzos de punta. Lo peor era el aire, desde luego, lo que dejó la fiesta ayuna de monteros con su retirada prematura, algo que, estoy totalmente de acuerdo con DON EDUARDO, nunca se debe hacer, además de por el peligro que puede significar, porque supone no saber estar a la altura del monte y "sus circunstancias". Siempre que leo un texto en el que aparecen niños/as pequeños/as, se me ponen los pelos como escarpias. Ya lo he comentado alguna vez. Yo tengo cuatro y sólo una maldita vez, que tengo gravada en la memoria con tinta de fuego, he tenido la fortuna de hacer carne en compañía de mi hijo IVAN. Ese día el crío estaba eufórico pero.... nunca quiso volver. Nunca he sabido por qué y puedo garantizar que le he dado más de tres mil vueltas al asunto. Enhorabuena FEDER por enseñarnos un retazo bonito de tu alma cazadora.
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Gracias Pip·s, Juanfran y Eduardo, a veces es lo que toca con estas monterias...pero hay que aguantar. Y Dios en este caso nos concedió premio. Mi hija no es muy cazadora, pero de vez en cuando me dice "llevamé papa de espera", cosa que me agrada. :D :D. Los hijos te dan muchas satisfaciones compartidas. Todos los del foro que tenemos hijos así lo comentamos una y otra vez. Además hay que dejar semilla...que con tanto animalista no se donde vamos a llegar. Gracias.
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Estupendo relato Feder!!! espero que desde entonces hayas compensado a tu hija con una montería con buen tiempo, solecito y demás para que siga acompañándote :)e.
Un saludo y gracias por compartirlo.
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Gracias Feder por tu bonito relato con ese intenso final que nos ha llevado a la mancha a la espera del cochino , y verdaderamente es una gran suerte poder disfrutar de esta pasión con los hijos .
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siiii jondalar...ya le dí esa satisfación, no todo es penar.Gracias. un abrazo y para Patiilas tambien.
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Mi enhorabuena a ti y a tu hija por el buen hacer y por el cochino muy bien abatido,siempre se debería terminar la montería cuando el postor valla de vuelta o cuando se comunique a los participantes por emisoras así debería ser y así lo entiendo.
Precioso recuerdo grabado a fuego sin duda.
Un saludo.
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Intenso y emocionante el lance que nos has contado Feder :D.Lo de abandonar el puesto antes de finalizar la caceria,es una de las peores costumbres que tienen algunos "monteros" y que me molesta especialmente,pues no solo es una mala y peligrosa practica,sino que es una falta de respeto hacia los perreros y su esforzado trabajo y hacia los compañeros que permanecen en su puesto.Por fortuna fuiste recompensado con un bonito lance,con la mejor de las compañias,que dificilmente olvidara ese dia y en un envidiable entorno,aun con tiempo desapacible.Te felicito por todo ello y te agradezco que nos lo hayas contado ;).
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La jefa por lo que dices lo tomo bien, asi que son tres las satisfacciones de esa monteria.
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Seguro que tu hija todavía recordará mas detellaes que tu. Llevar a los críos al cmapo es dejarles recuerdos imborrables...
Gracias por compartirlo!!
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La jefa por lo que dices lo tomo bien, asi que son tres las satisfacciones de esa monteria.
:D ;D ;)