Ayer por la tarde después de comer, decidí ir a dar una vuelta al coto, que hacía semana y media que no iba, pero eche el arco y el parapeto para entrenar y de paso el resto de archeles por si entraba algo decente aprovechando la luna que había. Cuando llegué el terreno estaba totalmente levantado por los jabalíes, lo cual me animó a quedarme. Lo primero que hice fue mirar las fotos de las cámaras y el comedero de los huérfanos estaba trillado. Entraban un grupo de primales muy temprano, un par de machos bastante decentes, uno de ellos bastante fijado entre las 20 y las 22 horas, dos hembras con sus crías y algún primal suelto ya entrada la madrugada. Así que viendo el percal decidí que allí me pondría.
Para evitar el desastre de la espera anterior, probé todo el material y entrené un rato. A las 17:30 horas me subí al puesto y preparé todo para evitar sustos. El viento era muy suave y venía bien. Al poco rato de anochecer comenzó a salir la luna, que poco a poco fue iluminando todo el campo. Me relajé tanto que hasta alguna cabezada dí, pero a la vez mirando a un lado y a otro disfrutaba de tan bello paisaje iluminado por la luz de la luna, valiendo solo por eso la pena el salir de casa y pasar un rato al raso.
A las 19:30 se escuchó el corretear de unos animales hacia el comedero. En un momento aparecieron 4 hermosos primales que empezaron a comer de inmediato. Con la luz de la luna los veía perfectamente a escasos 12 metros. Cogí el monocular para echarles un vistazo y en ese momento me di cuenta de que era lo único que no había probado antes y la batería estaba agotada, aunque afortunadamente llevaba mis prismáticos 8x56, con los que observé a los animales comer durante más de media hora, momento en el que empezaron a mirar al monte. Unos minutos después escuché el crujir de ramas a unos 30 metros del comedero y supe que se acercaba otro animal. Segundos después los primales se marcharon corriendo, dejando el comedero. Poco a poco los pasos del otro animal se escuchaban más cercanos, dio varias vueltas por la zona, lo que me hizo pensar que era el macho que entraba más temprano. De repente apareció el animal en la plaza. Un jabalí con bastante cuerpo que no se dejaba ver bien en el comedero y aprovechaba las sombras de las encinas. Lo observé con los prismáticos y era de pecho ancho, se le notaba lo que parecía el pincel aunque no se le adivinaban las navajas, pero ya había abatido otros machos con buenas defensas y con la jeta alargada de una hembra. Venía solo y sigiloso como un macho, lo cual aceleró mis pulsaciones. Decidí dejarlo cumplir a ver si me daba más datos para valorarlo. Entraba a comer parando de masticar muy a menudo y hasta en cuatro ocasiones dio una arrancada con un gruñido y se metió en el monte, tardando minutos en volver a salir a comer.
Debido a que el animal estaba muy mosqueado e inquieto ya que en la zona últimamente ha aumentado la presión cinegética en unos terrenos que lindan con mi coto, decidí realizar el lance, pero como en el comedero veía perfectamente al animal, tomé la decisión de no encender la linterna por temor a que arrancase y se fuese en un abrir y cerrar de ojos. Esperé a que se cruzase y cuando fui a abrir el arco, pegó otra arrancada y se metió al monte. Esperé 5 minutos a que volviese a dar la cara y como la mejor posición que me dio fue de espaldas y parcialmente cruzado, decidí abrir y soltar rápidamente. apunté y solté la flecha, con el conocido sonido cuando impacta en el cuerpo. El animal se metió a la carrera en el monte y una vez dentro se paró a hacer oído, continuando la marcha para unos metros más adelante caer al suelo.
Me quedé en silencio media hora, tras lo cual empecé a recoger los enseres sin hacer ruido, bajé del puesto y me fui para el coche. Tenía unas ganas locas de ir a pistear, pero en mi último abate con arco hace unos meses, tuve un serio susto que no fue a más gracias a la intervención de mi inestimable compañero de cuatro patas, así que decidí quedarme a dormir en la casa del coto e iniciar la búsqueda por la mañana.
A las 8:30 horas estaba en el comedero con mi fiel compañero Luke. Lo he dejado en el lugar del impacto y en 4 segundos me había encontrado la flecha impregnada de sangre roja y en 30 segundo estaba ya gruñendo y mordiendo al jabalí, que había andando no más de 25 ó 30 metros hasta caer muerto, pero mi sorpresa al llegar al lugar es que no se trataba de un macho, sino de una hembra bastante corpulenta que no estaba controlada por la cámara, con un penacho de pelo en el bajo vientre que me había confundido con el pincel, pero los nervios típicos de un novel con el arco a tan corta distancia, me hicieron valorar mal al animal. La decepción ha sido entre comillas grande, pero sobre todo por la idea de que pudiera estar preñada como lo están en esta época la mayoría de las guarras, pero una vez muerta tenía que arreglarla para meterla en el arcón.
He de decir que tenía una capa de grasa de 4 dedos en algunos puntos y una carne espectacular. Para mi tranquilidad cuando la he abierto no le he encontrado embriones, por lo que o no estaba preñada o aún no se había formado lo suficiente como para ser visibles.
El caso es que voy sumando experiencia, superando poco a poco los nervios en los lances y disfrutando de las esperas como nunca lo hice con el arma de fuego y al menos el cebadero de los huérfanos va dando sus resultados, que espero no muy tarde mejoren a un buen macareno.
Os pongo una foto de la pieza y espero que os haya gustado el relato.
Un saludo.
Tema: Los Huérfanos 2. Lance inesperado. (Leído 3657 veces)