Vamos a ver... vamos a veeer...
... Imaginaos una moza de veintitres años, guapa, con el pelo limpio y suelto, bronceada la piel, unos pechos del tamaño perfecto (para mi gusto mejor grandecitos), caderas, muslos, piernas... maravillosas. Arregladita para gustar, limpia, aseada, con el maquillaje justo para realzar su belleza y una ropa sugerente, que deja adivinar sin llegar a ver, aunque la adivinanza es sencilla...¡Una maravilla!... ¿Lo podéis imaginar?... ¿Si?...
¡Vale!Pues imaginaos ahora a esa misma moza con una catarro acojonante, con mocos en la nariz que no le da el presupuesto para kleenex, con una tos perruna, y que además del catarro anda suelta del vientre y se caga patas p'abajo que parece una fuente de mierda. Como está enferma no ha podido ir a la "pelu" y tiene el pelo recogido y engrasado, y lo que era melena ahora son greñas. El maquillaje de los ojos son ahora unas legañas que se tiene que quitar cada dos por tres, pues la enfermedad le afecta también a los ojos. Y como lleva varios días malita, no ha podido depilarse y tiene en las piernas unos pelos como escarpias.
¿Vale?...
Pues esto de la carne de caza y su consumo es parecido. A mí me gusta la carne de caza, pero obviamente sólo escojo "la creme de la creme", desechando el resto. Afortunadamente en los cientos o miles de animales de caza mayor y menor que han pasado por mis manos, las enfermedades han sido la excepción. La naturaleza es sabia y el bicho enfermo dura poco, y ya hay toda una cadena natural que se encarga de eliminar y reciclar los bichos que no valen.
Hace poco maté un corzo, y al verlo advertí un bulto en la garganta, como bajo la lengua, que me hizo pensar en parásitos. Como soy una especie de veterinario frustrado, me puse a hacer la autopsia, esperando encontrarme un manojo de gusanos como el de la foto, y ante mi sorpresa lo que me encontré fue que el pobre animal tenía la base de la lengua con una herida traumática, sesgada, que le abría un surco en la lengua de importancia, lo cual le había originado una grave infección. Por el aspecto no pudo ser más que, en el celo, peleando, otro corzo le había metido una cornada que había entrado por la boca, clavando y desgarrando la lengua, pues la herida era herida, no tumor, ni cosa parecida, y por fuera no se le veía ningún pinchazo. El animal estaba flaco y seguramente habría muerto irremediablemente, aunque se ve que comía y bebía.
No hay que temer al consumo de carne de caza. Lo que hay que ser es limpio, cuidadoso, elegir bien lo que vamos a consumir y respetar todas las reglas sanitarias que hay que respetar. Los veterinarios están para algo, y a ellos hay que acudir en caso de cualquier duda.
Pero os aseguro que, a pesar de estas fotos -que desde luego son ilustrativas y muy buenas- cuando mate un lechonato de seis u ocho kilos, gordito y con el riñón cubierto, con un tiro limpio detrás de la orejita, bien sangrado y con la carne blanquita como un cordero lechal... ¡P'al horno de cabeza! y como dicen mis nietas cuando ven un jabalí... ¡ÑAM ÑAM!