Estimados amigos, ya estamos cerrando el año 2013 y no estaría mal que fuéramos haciendo balance de los resultados que hemos obtenido durante este año en nuestras salidas en espera por nuestros campos y sierras.
Personalmente no me puedo quejar, ya que a pesar de no ser el año en el que he abatido un mayor número de ejemplares, si que es cierto que en la calidad ha sido bueno, especialmente por abatir al mayor trofeo jabalí que hasta la fecha he cazado. Durante este año he cazado solamente tres machos de diversa envergadura, pero con unas buenas tablillas. La verdad es que podría haber cazado varios ejemplares más, pero con los años me he vuelto muy selectivo y ya nunca disparo a los jabalíes que no me satisfacen, prefiero dejarlos comer y disfrutar de su comportamiento y que en años venideros se conviertan en esos macarenos que todos anhelamos. A ello tengo que añadir que en la ultima espera estival, disparé contra otro buen macho que se fue pinchado y jamás lo encontré. Os relato brevemente el lance de cada uno de ellos.
El primer ejemplar que cacé esta temporada fue con luna llena. Estaba en el puesto y me entraron varias guarras con lechones y algún que otro primal al comedero. Al rato me entró un jabalí solo que no abultaba mucho, pero andaba de forma extraña y echó a toda la piara y se puso a comer solo, pero las guarras le retaban constantemente, cosa que me extraño. Era ya muy tarde y al comprobar que no venía ningún otro jabalí, decidí echar el foco para ver bien al animal y mi sorpresa fue que tenía los intestinos colgando, pero a pesar de sus 50 kilos escasos marcaba una boca bastante apañada. Decidí que tenía que acabar con el sufrimiento del animal y lo dejé en el sitio de un certero disparo en el codillo. Cuando fui a verlo pude comprobar que varios días antes algún esperista le disparó y le alcanzó en la parte baja de la panza, abriendo una brecha por la que se salían los intestinos, me sorprendió lo duros que pueden llegar a ser estos animales y me dio pena por el sufrimiento que tuvo que padecer durante esos días y porque de haber crecido tres o cuatro años más podría convertirse en un gran trofeo. Una vez hecha la tablilla me sorprendió con 18 cms de colmillo a pesar de su pequeño tamaño y corta edad.
El segundo jabalí lo abatí solo una semana después que el primero en un comedero cercano y en el que había visto unas pistas más que aceptables. Primero me entró una guarra con varios lechones y un primal. Al buen rato escuché llegar otro animal que puso nerviosos a lo jabalíes que había en el comedero al que dio varias vueltas pero siempre desde la protección del monte, parando para escuchar y coger viento cada poco tiempo. Transcurrida una hora desde su llegada decidió salir al comedero y todos los comensales que había se dieron a la fuga, lo que me hizo pensar que podía tratarse de un buen ejemplar. Lo dejé comer un rato y cuando me cercioré de que el disparo era seguro apreté el gatillo. Cuando llegué hasta el comprobé que se trataba de un macho de unos 80 kilos por lo menos con unas buenas navajas. Una vez hecha la tablilla dio 19 centímetros de colmillo y unos 95 puntos muy majos.
El último ejemplar es la estrella de mi pared de trofeos. En otra noche de luna de octubre, al rato de caer el sol me entraron dos guarras y dos crías al comedero. Al rato escuché el monte crujir a mi izquierda y acto seguido un fuerte gruñido y una carrera que se dirigía en mi dirección y en un abrir y cerrar de ojos pasó justo detrás de mi a menos de tres metros un gran macho que venía a toda carrera. Al percatarse de mi silueta pegó un quiebro y se metió en un arroyo que había a mis espaldas y no me dio tiempo ni a encararme el rifle. Pensé que mi espera se había terminado y si no me quité del puesto fue porque en el otro lado las dos guarras y los lechones seguían comiendo como si con ellos no fuese la cosa y decidí no molestarles y esperar a que terminasen. Mi sorpresa fue cuando al rato y muy cerca del comedero escuché un crujido de ramas e inmediatamente los jabalíes que estaban comiendo salieron corriendo. Del monte emergió una enorme figura que sin precaución alguna se fue directo al comedero y se puso a comer, e incluso dejó que un lechón se acercase a él y comiese también. Este comportamiento tan confiado me confundió y a punto estuve de no disparar al animal, pero como había luna podía ver con cierta nitidez al animal y me parecía la complexión de un macho y con ese tamaño no me lo pensé más y disparé. Cuando llegue al lugar me puse a saltar como un crio cuando recibe ese regalo que tanto le gusta. Se trataba de un macho que pasaba con creces los 100 ó 110 kilos y que tenía unas defensas impresionantes. Una de las guarras que entraban en el comedero debía estar en celo y la siguieron los dos machos y el que abatí debió echar al macho que paso corriendo detrás de mi posición. Una vez hecha la tablilla dio 24 cms de colmillo y 14 cms de amoladeras. Me lo puntuaron de forma oficiosa y me dijeron que ronda los 120 puntos.
En la parte superior de la tablilla se puede ver una pequeña parte de la vaina con la que disparé al animal, para que os hagáis una idea del tamaño de los colmillos y amoladeras.
Así que mi humilde pared de trofeos cierra el año con este aspecto. Evidentemente no están todos los animales que he cazado, solo los más grandes o los que tienen un mayor significado emocional, pero puedo decir que todas las tablillas que tengo son de jabalíes abatidos en espera. Empecé en el mundo de la caza muy tarde, de hecho mi primera espera la hice en el verano de 2003, pero poco a poco voy aprendiendo.
Espero haber subido bien las fotografías. Si algún compañero más quiere contarnos su balance personal en las esperas de 2013 me encantaría leer sus lances y ver sus trofeos.
Felices Fiestas y un próspero años 2014 que nos colme en todas las facetas de la vida, incluida la cinegética.
Un saludo.