El martes llamo a mi amigo Antonio. -"oye bajo este finde al pueblo, ¿nos vemos?". _Pues tengo el sabado unos compromisos, que vienen de espera, y tambien viene mi primo... Vente y pasamos una buena jornada".
A las 16:20 salgo de la casa de la finca y quince minutos más tarde estoy en su cortijo; ya me estaba esperando con una fria cerveza que refresca mi seca garganta.
Vamos a por los compromisos que dias antes, acordaron el punto de encuentro en un restaurante de la nacional 4. Ya en el cortijo de Antonio llega su primo Alejandro, y tras efusívo abrazo, despues de muchos meses sin vernos, nos empezamos a contar nuestras penas y glórias de estos últimos meses, acompañados por unos platos de jamón, queso, chorizo y unos tomatillos del huerto picaos, como pasan las horas cuando estás agusto!!.
Nos colocamos en distintos puntos de la finca, Antonio me da a elegir dos puestos: O en el suelo junto al barbecho y la siembra, o en el puesto del árbol de la reforestación. Decido hacer un poco el cabra y verme trepar como un garduño por las ramas del chaparro, aunque yo creo que tenía más pinta de sapo empanzao rezando para no caer.
Colocada ya la silla en la plataforma, el rifle ajustada ya la mira a la distancia para controlar todo en 5 aumentos, creo que es buena la elección.
A unos 70 metros a mi izquierda el barbecho, de frente a unos 120 metros un pico de monte que me dá muy buenas sensaciones, a mi izquierda los girasoles que ya empiezan a granar; domíno los guisantes a lo lejos y el candeal que sigue sin segarse. El puesto me encanta, no puedo pedir más, y para hacerlo mejor se levanta un airecito muy rico que refresca, aunque al principio no se fijaba y no venía del todo bien, al caer la noche se fijó de una vez dandome todo el rato en la cara.
Paso la tarde viendo conejos, este año tiene una muy buena pinta la finca ( 4 kilometros retirado, en la mia apenas se ven), la noche empieza a cubrir todo el campo,pero se ve perfectamente con esa luna creciente tan guapa .
A las 23 oigo las palomas volar en el monte, me pongo en alerta, oigo al buho, me encanta su llamada, el campo vuelve a estar tranquilo hasta que a lo lejos se escuchan dos disparos, por la posicion tiene que ser Alejandro. A las doce menos veinte oigo las pisadas del gorrino , lo busco con los prismátocos, nervioso, muy nervioso veo que es un macho y viene solo, es un primalón, encaro el rifle y se me enciende la linterna al dar sin querer al pulsador, se detiene el animal dos segundos tras una pequeña retama, y empiezo a jurar en araméo y continua su marcha hacia las pipas, centro la cruz en paleta, enciendo y disparo. El animal cae sin saber que le ha pasado, recargo rapidamente y sigo apuntando unos segundos, está el animal regando con su sangre el suelo.
Todos los que nos pusimos esa noche vimos, el unico que no tiró fué el que tenia escopeta, ya que al pegar yo el tiro el jabali que les entraba se metió en el girasol. Los otros dos que tiraron, Alejandro pinchó un guarro que no encontraron al dia siguiente, y el que estaba con Antonio ni le rozó.
Un salido