He querido entender, Baueto, que el vídeo lo has grabado tú mismo. Si es así no vale el comentario que voy a hacer, porque supongo que tienes certeza de que ese rayón iba solo, pero , en una ocasión, me entró una piarilla de cochinos, todavía entre dos luces. Eran la madre, joven, que no debía de pesar más de 50 kg, con cuatro lechones un poco mayores que ese, ya sin rayas en su pelaje. Uno de ellos se me acercó, estuvo mordisqueando el puesto en el que estaba, me olió y me chupeteó las botas y se alejó, uniéndose a los suyos y retirándose todos juntos, como si tal cosa.
Yo creo que, igual que entre nosotros, hay cochinas más listas y otras que no llegan a hacer la 'o' con un canuto. Aquella madre no había sido capaz de hacerle ver a sus lechones el peligro que supone para ellos la presencia de un cazador, nuestro olor. Era tonta y, seguramente, hija de otra tonta.
En otra ocasión, y esto me pasó este pasado verano, me estuvo rondando un buen ejemplar, resoplando, haciendo escuchas, buscándome y retirándose sin llegar a cumplir. Al día siguiente volvió a entrar por su misma querencia, pero yo me había mejorado y retirado un poquito. Me buscó, cortó el aire entrando por mi izquierda cruzado y muy tapado ladera abajo. Se retiró de una carrera y volvió a entrar, al cabo de media hora, por mi derecha. Esta vez fue directo al comedero. Cuando asomó la jeta por la boca de la vereda, no me lo podía creer: ¡Era una cochina! Una cochina con un lechoncillo de dos arrobas. Le estaba enseñando. ¡Cualquiera caza a ese primalón!. Esa era una madre lista.