Para mi el aguardo es una vía de escape, es olvidar la ciudad, el asfalto, el ladrillo y el hormigón. Supone olvidar problemas, quebraderos de cabeza y demás gaitas que me oprimen y asfixian. Dar un paseo por el campo buscando pistas, ayuda a huir de la rutina de ''la civilización'' repleta de prisas, envidias y rencores. El monte arropa mucho al cazador, lo acoge, lo ampara. Arribar al cazadero una tarde cualquiera, solo o a lo sumo acompañado de un compadre de afición, no tiene precio, no puede compararse con nada. Luego, la soledad del puesto, el ocaso, la siempre inefable puesta de sol, la paz, la calma y el sosiego. Ser espectador privilegiado de la naturaleza, de su fauna. Contemplar a los animales en su medio cuando llega esa hora mágica dónde unos se retiran al descanso para dar paso a los que descansaron durante el día. Entre dos luces antes, luego vendrá la noche y con ella, los jabalíes. No es fácil describir el rumor que produce el cochino cuando se acerca, no es sencillo mantener la calma cuando al fin ves su mota negra... Es este asunto cosa de chalados? No lo creo, quizás, seguramente, o sin lugar a dudas, los que no entienden ésto son los que verdaderamente deberían preguntarse que le piden a la vida. Está cuerdo el urbanita de instintos atrofiados? Creen que lo están? A veces he llevado a alguno al campo para mostrárselo y algo, o eso quiero pensar, se les remueve por dentro.