¡Vaya fandangos buenos!
De esos que te ponen los pelos de punta cuando los acompaña una buena guitarra en el bar, la víspera de la montería.
Hay otra del Cabrero, que creo que lo canta por bulerías, y que me hace apretar el puño cuando la escucho:
El eco viril de la montaña
repite complacío
el estampío sexual de tu garganta
ronco y extremecío
Las hembras se inquietan
al oír tu voz, macho cabrío.
Y el aire de la noche se perfuma
con tu aroma encendío.
Nada, no puede nada,
ni el rigor de la sierra contra tu poderío.
En primavera, renaces en mil senos
igual que el río.
Como el arroyo, naces en lo más alto,
te crías en lo arisco, pero él,
irremediablemente busca el llano, y tú,
buscas los riscos.
¿Quién sabe de querencias más que tú?
quizás el río, que desde el nacimiento ya
presiente el fin de su albedrío.
Te dice el río, te dice el río...
¡Quédate ahí en la altura, macho cabrío!
¡Macho cabrío!