Gracias Óliver, porque con su libro engrandece usted una noble pasión: la nuestra, la que nos hermana y acollera. Gracias, porque en él desnuda sin tapujos ese alma suya de Cazador honesto y bien hallado. Gracias, porque con él, al unísono, nos ilumina con su ciencia y nos sana con sus letras. Gracias, porque el esfuerzo y las buenas intenciones han de ser siempre reconocidas por quienes las disfrutan; es de bien nacidos. Y gracias, sobre todo, por su confianza y por haberme permitido "estropear" un poco su Obra; menos mal que el aporte mío ya fue de recogida, cuando to´lo bueno e importante ya se había dicho de antemano con esmero y profusión.
Con su "Hoz de Plata" merece usted por derecho el cum laude venatorio que San Huberto sólo tiene reservado a quienes ensalzan un arte ancestral y digno con la honestidad y la destreza con la que usted lo ha llevado siempre a cabo. Iluminándolo con las primeras luces del alba, cuando -como usted bien dice- la luna le devuelve los colores verdaderos a la tierra,
¡En hora buena decidió usted ponerse, copón! ¡Y que lo sepa, me encantan sus dibujos!