Esta semana he tenido la suerte de cazar un isard selectivo en la reserva nacional de Ribes de Freser, me toco en sorteo el año pasado. A sido una de las experiencias de caza que he vivido más emocionantes, después de cinco horas caminando en condiciones bastante duras y visualizar varios animales a los que no pude tirar bien porque no eran selectivos o por qué no se ponían a tiro, tuve mi oportunidad, con los prismáticos divisamos un macho a 160 metros detrás de unos abetos, el guarda que me acompañaba me dijo que era un animal selectivo del tipo que estábamos buscando me pregunto si quería tirarle y si lo veía factible ya que estaba bastante escondido, le dije que podíamos intentarlo. El tiro era hacia arriba y desde donde nos encontrábamos no me serbia poner la mochila como punto de apoyo, quedaba en una posición muy forzada con lo que me senté en un terraplén que tenía delante apoyándome en la rama de un árbol, estuve un cuarto de hora más o menos sentado en la nieve esperando que se moviera, al final me vi recompensado, el isard salió de detrás de los árboles y empezó a subir en diagonal el corazón parecía que me iba a salir por la boca, caminaba a paso lento pero no se paraba lo iba siguiendo con el visor, de pronto veo que se para encima de una piedra a pocos metros habían mas arboles no podía perder el tiempo. Me concentro respiro hondo noto como las pulsaciones me bajan, parece que el reloj se ha parado no oigo nada estoy relajado, no me lo pienso dos veces tengo la cruz del visor bien colocada y apretó el gatillo, retumba el disparo en la montaña y el animal cae encima de la piedra en que se encuentra es una muerte instantánea, el guarda que me acompañaba me felicita, estoy volviendo a la realidad me levanto y salto de alegría en este momento me sale toda la tensión acumulada, solo quedaba subir a buscarlo y hacer las fotos de rigor, después de otra buena caminata nos fuimos a celebrarlo con una buena comida, nos la habíamos ganado, pero esto ya es otra historia.