EL RUBIO Y EL CEBADERO.
Con la llegada del buen tiempo,fueron proliferando los cebaderos a los que tanto le gustaba acudir a “El cojo”.
Una noche,mientras “El rubio” buscaba donde alimentarse,vio a “El cojo” acompañado de un joven jabato,dirigiéndose hacia donde días atrás,había descubierto uno de esos cebaderos y decidio seguirlos un rato.
-Nunca me ha gustado alimentarme en los cebaderos sabiendo lo que persigue el hombre al hacerlos-pensaba “El rubio”-no comprendo como a “El cojo”,le gusta tanto visitarlos.
Antes de llegar a las inmediaciones del cebadero,pasaron muy cerca de uno de esos aparatos que los hombres utilizan para desplazarse,seguramente para asegurarse de que el hombre estaba esperando cerca del cebadero.Comenzaron a rodearlo hasta que “El cojo” se quedo inmóvil.Permanecio asi un buen rato,al tiempo que su acompañante hacia lo propio,amparados ambos por la cobertura del matorral.
Con un par de golpes con su jeta,”El cojo” consiguió que el primalon se encaminara hacia el cebadero,mientras que el,daba un rodeo con la intención de asustar al confiado cazador,como a el le gustaba hacer.Cuando comprobó que no había nadie en el puesto,”El cojo”se quedo desconcertado,dudando por un momento que hacer.
De repente,el silencio de la noche se rompió con un sonoro buummm y “El cojo”emprendio una atropellada carrera rompiendo monte.En ese momento,viéndole correr,nadie hubiese dicho que era cojo.Por supuesto el primalon desaparecio al instante en dirección opuesta.
“El rubio” vio avanzar titubeando a “El cojo” y quedarse inmóvil unos segundos hasta caer al suelo,dando estertores que presagiaban su final.
El burlador había sido burlado.El hombre,cansado de ser humillado por su adversario,había decidido cambiar de sitio donde esperarlo y esta estrategia le costo muy cara a “El cojo”.
-Debo mantenerme alejado de estos cebaderos.Los hombres no son tan tontos como nosotros pensamos.
Con esta reflexión y el dolor por la muerte de “El cojo”,”El rubio”se alejo del lugar,arropado por la oscuridad de la noche.
Los calores arrecian y el cielo no vierte una sola gota de agua.La comida escasea y en las siembras,apenas queda algún grano que comer después de la siega.Alimentarse en el rastrojo implica un peligro importante con el hombre acechando en la noche.
Llevo tiempo pensando en cambiar de aires en busca de alimento y tranquilidad.Quizas me acerque un dia de estos,hacia donde la sierra comienza a perder su bravura y los grandes matorrales,dejan paso a praderas salpicadas de grandes encinas por doquier,que dentro de poco,comenzaran a soltar sus deliciosas bellotas.
Ya en la seguridad de mi encame,el sueño me vence mientras pienso en esas deliciosas y dulces bellotas.
Tras un interminable dia de calor,la noche esta llegando de nuevo.Desde la comodidad de mi encame,observo a lo lejos a una familia de conejos jugueteando en un pequeño claro entre las jaras.Sus continuos saltos y piruetas,acaban por llamar la atención del raposo que ya ha comenzado su habitual búsqueda de alimento.Aprovechando su distracción,consigue aproximarse hasta situarse a escasa distancia.Con un rápido salto,poniendo de manifiesto su agilidad,atrapa uno de los conejos entre sus fauces,que patalea inútilmente, al tiempo que emite su lastimero y agudo chillido de auxilio.
La escena me recuerda que es hora de alimentarme y de darme un baño para librarme de estas malditas garrapatas que me están haciendo la vida imposible.
Alla abajo en la dehesa,los bramidos de los venaos advierten que es el tiempo del celo.La berrea,la llaman los hombres,que aprovechan la falta de atención por la seguridad de los machos,mientras tratan de hacerse con un buen numero de hembras con las que procrear,para acabar con los mejores ejemplares.
Siempre se ha dicho en la sierra,que el venao es el rey de la elegancia y el señor de los montes,pero ¿de que sirve esa elegancia y ese señorio,si te empuja a pregonar a los cuatro vientos,por donde te mueves cuando entras en celo?
Prefiero ser un feo y basto jabalí,celoso siempre de mi seguridad,sin descuidar nunca la guardia y moviéndome en silencio entre la jara,que un altivo venao que probablemente acabe muerto por su calentura.
Lo mejor será esperar un tiempo,hasta que los venaos acaben con sus amoríos,antes de acercarme a buscar alimento por la dehesa.