No me gustaría finalizar mi intervención en este emotivo capítulo de CALZONES sin agradecer a LOBACO su magistral última intervención, comentando el genio y el duende de estos héroes antiguos. Que bonito lo que dices LOBACO y que real. Lo de orinarme en las manos me lo enseñó uno de ellos cuando tenía 16 años y, cazando con medio metro de nieve en los piés y temperaturas bastente por debajo del cero, jamás se me han agrietado las manos. Yo he visto a estas gentes encender fuego ¡¡¡encima de la nieve!!! con más facilidad de la que empleo yo para encenderme un pitillo. Todo lo que se diga de ellos es poco. Qué pena que tiendan a la extinción si no se han extinguido ya.