Hoy voy de espera.
Consulto a los astros y me son propicios: la constelación de mi señora no se ha alineado con ningún compromiso, puede quedarse al cargo de la piara y me da su beneplácito. No he mirado ni la luna ni el viento pero me da igual... voy a disfrutar del campo, de la noche y de la soledad (...o no).
Cargo los bártulos: el arco, las flechas con las puntas de caza, la mantita (para ponerla en el suelo y amortiguar algún posible roce o pisada de ramitas u hojas secas), la silla, y toda la ilusión del mundo, porque desde que he descubierto esto de las esperas parezco un chiquillo cuando sale con la bici a buscar a los amigos. Aunque de momento solo haya visto un par de sombras fugaces y me hayan sacado otras dos veces, hoy mi suerte puede cambiar.
En diez minutos llego con el coche junto a la casa de campo donde pasé los mejores veranos de mi vida, jugando con mis primos; donde aprendí a nadar en la balsa de riego y a descubrir la maravilla del mundo natural detrás de mi abuelo mientras trabajaba los campos y me contaba historias de caza; él me trasmitió su pasión por la vida, su respeto por el medio ambiente y su capacidad de asombro por cada detalle de la madre natura.
Dándole vueltas a todo esto en la cabeza, subo hasta los naranjos, tristemente abandonados, donde estoy cebando en tres puntos por donde van pasando los guarros casi todos los días, aunque esta mañana he pasado a verlos y no los habían tocado, tengo la esperanza de que esta noche sí se acerquen.
No paso por la senda principal, sino que camino por encima del margen de piedra hasta el naranjo seco y encaramado de zarzas que me sirve de escondite. El cebadero me queda a unos 7 metros tras la siguiente línea de naranjos ¿demasiado cerca? no sé… estoy probando y aprendiendo… a ver que pasa.
Todavía queda luz de día, lo preparo todo, tenso el arco apuntando al cebadero, lanzo unas cuantas almendras alrededor, miro la pluma que llevo atada a la punta de la pala ¡Genial! marca el viento perfecto: viene totalmente de sur, constante, y yo estoy exactamente al norte del cebadero … ojala se mantenga así. Ya solo queda esperar… que es a lo que he venido.
Va oscureciendo poco a poco y se suceden los ruidos de la noche: un mirlo que me ha descubierto sale raudo con su grito característico de alarma, las ratas de campo se persiguen entre las zarzas, unas torcaces se refugian en unos pinos cercanos, ladra algún que otro perro de los chalets y un mochuelo se posa en el almendro seco que tengo enfrente… me encanta sentirme espectador privilegiado.
Cae la noche, no hay luna, las luces de las urbanizaciones, que se han extendido como la lepra en todo el litoral, aportan una contaminación lumínica que me deja percibir siluetas y algunos pocos detalles. En un chalet no muy lejos, empieza a oírse jaleo, suena una melodía conocida “...country roads, take me home, to the place I belong…” no se si a los jabalies les hará gracia la fiesta de los guiris, pero por lo menos tienen buen gusto musical “...west Virginia, mountain mama, take me home, country roads…” , se suceden viejos éxitos de música americana… ¡CRACK!...una rama rota …, se me acelera el pulso, no, no son los correteos de las ratas ni de los conejos… ¡pasos que remueven las hojas del algarrobo donde está el tercer cebadero! (yo estoy en el segundo), el viento sigue igual… no puede sacarme; agudizo el oído … ¡COTOCLOC! ha movido las piedras que tapan el cebo …
¡CROC...CROC! … está comiendo las almendras y el maíz.
Trato de mantener la calma y preparo el arco despacio, compruebo que el culatín está bien encajado en la cuerda, ajusto la dragonera y la mano de arco, tenso los músculos de la espalda, mientras sigo escuchando e imaginándome los movimientos del bicho … si viene por la senda me va a aparecer por la derecha… ¡calma Juan … calma! creo que tengo el corazón a 120 pulsaciones …
¡COTOCLOC! ¡vaya! ahora está en el primer cebadero... ha pasado por el fondo del campo sin que lo haya visto ¿me habrá sentido?... la pluma sigue indicando una buena brisa a mi favor.
¡CROC!¡CREECK! ...sigue comiendo y moviendo las piedras, yo sigo en tensión… si me ha intuido, se bajará por el camino que tiene un poco más adelante y adiós.
Pasos por la senda que vienen hacia mi…va husmeando el aire, … encuentra una almendra de las que he tirado, ¡CROC! va a aparecer por la izquierda … veo una sombra que se asoma al claro… -150 pulsaciones- … ¿me está mirando? no respiro, no me muevo, no respiro … pasa de largo.. ¡mierda! si que me ha visto. Da unos pasos y se para detrás del siguiente naranjo, olfatea, empieza a rodear el naranjo… se está acercando por detrás de las zarzas - 200 pulsaciones- paso, bufido, paso, bufido… lo tengo justo detrás de mi naranjo ¡Joder! si mete el morro entre las ramas me va a tocar… y a mi se me va a salir el corazón por la boca… y le va a dar en la cara, (y lo asustaré.)
Pero no… se vuelve para atrás… respiro (poco y leeeentamente)... sale otra vez al claro y se pone a comer. Paciencia Juan, como te han dicho, espera que se confie, Pero ¿y si tiene poca comida, se la acaba enseguida y se larga?... por lo menos tengo que verlo, despacio levanto el arco, tenso, pulso la luz …¡mierda!... está de frente, así no puedo tirar, apago la luz y destenso. Ahora se va a ir pitando… no… sigue ahí, se mueve, sigue comiendo, me parece que se ha puesto de lado… vuelvo a levantar el arco… tenso, anclo, le doy al pulsador ...y ahí esta, dandome el flanco derecho totalmente … apunto al codillo ¿suelto? … tiene la pata un poco retrasada… dudo … ¡MIERDA! destenso, con mi tradicional no aguanto mucho el arco abierto sin empezar a temblar… ahora si que se va a ir… pues no, continúa comiendo y creo que ha dado un pasito… ¡A POR ÉL! Ahora si que le voy a soltar la flecha.. vuelvo a tensar...le doy al pulsador… le vuelvo a dar...¡JOOOODER! ¡no va la luz!…. con los nervios rozo alguna ramita y...ZASS ... mi amigo desaparece en un instante….¡¡¡¡¡ NOOOOO !!!! ¡¡tenía que haber disparado antes!!, me hago el arakiri mentalmente, me maldigo, me golpeo (no demasiado fuerte, para no hacer más ruido) y me quedo triste y desolado ….
Ea, ea, ya está, ya ha pasado, recobra la calma Juan, vuelvo a estar solo en la noche ¿qué hago?¿aguanto un poco más?¿volverá?¿entrará otro? repaso una y otra vez en mi cabeza lo que acabo de vivir, ¡Qué pasada! ¡Qué descarga de adrenalina! ¡Que cantidad de vivencias y emociones en unos pocos instantes!
Empieza a sonar otra fiesta, música disco, esta tiene el volumen bastante más alto, y bastante menos gusto en la selección que la primera de la noche; parece que hoy les ha dado a los guiris por las fiestas. Lo tomo como una señal de que por hoy ya he tenido bastantes emociones. Recojo mis cosas y me voy para casa. No he conseguido ninguna pieza, no he disparado una flecha...pero me lo he pasado genial, ha sido mi primera experiencia, mi primer cara a cara con un jabalí, … sé que no será el último.