Lo primero pedir perdón, Eduardo, por no haber descubierto esta "preciosidad" de relato en su momento oportuno (bastante antes de lo que lo he hecho). Después manifestarte que lo templado de la narración, preñada de acertadas "expresiones cinegéticas" y, sobre todo, su propio contenido de cazador cabal, me han dejado algo más que impresionado. Es muy cierto lo que dice RUIZ de que cazar no implica, necesariamente, matar. Tu y yo (y muchos cazadores) sabemos que a esa cría de zorro la cazaste a ley, pero perdonarle la vida, gracias a la generosa y peligrosa "actuación" de su madre, que desde luego juzgo como impresionante, fue lo que debía hacerse ante la preciosa descripción que haces. Mi cordial enhorabuena por ello y, porfa, que no nos falten anécdotas de esta enjundia que hablan mejor de los cazadores que todas las que, de contrario, hablan de cuantiosas capturas más o menos bien resueltas.