Ayer, Domingo por la noche, acompañé a un amigo a una espera en los Montes de Toledo, en un pueblo de raigambre montera de cuyo nombre no "puedo" acordarme.
Nos metimos en una caseta mu apañá, con ventanas de metraquilato y todo, desde la que al poco pudimos observar una primera pelota de damas dama-dama de 48, contadas, y al otro poco nos entró otro pelotón un poco más pequeño. Pero de cochinos na de na...
A través de los ventanucos, más bien troneras,a las que manteníamos abiertas para no meter ruido si se daba la casuistica de tener que oprimir el disparador, entraba un aire del este que poco a poco iba dejando calar la humedad, de casi el 90%, de forma que hubo que disponer de todas las capas de cebolla disponibles. Sin duda tuvo su merito conseguir meter dos tallas XXXL en semejante lata de sardinas, fue lo más parecido a las técnicas de supervivencia de Bear Grills para la nieve...
Lo cierto es que cuando allá sobre las 23:30, sin oir nada más que el mugir de las vacas sueltas, decidimos volvernos a los Madriles, nos encontramos con que al salir brillaba el suelo como si fuera una pista de hockey. Vaya relente cayó !!!!!!
Nos habíamos ido a ver si asustabamos a un marrano grande que le anda dejando la tarjeta de visita, pero esta noche sólo concluí en que empiezan las esperas de los auténticos esperistas, esas donde cobran sentido todos los achiperres y ropa que llevamos, donde se diferencian los buenos materiales de los malos, por que las condiciones ambientales traen frío, nieblas, y las noches más cortas del año y, además, sin luna...
Pués ya puede ponerse como quiera, que el finde que viene me voy a lo mío...
A taparse y que Dios reparta suerte !!!! Feliz invierno.