Anoche disfruté de un aguardo de esos inusuales.
Pasados cinco minutos de las nueve siento un animal venir barranco arriba, tras varios minutos dándome vueltas y cogiendo el aire, empieza a relajarse y a volcar piedras por las orillas, hasta que se me viene bajo el comedero de maíz a unos 8 m. de mí. Veo el bulto enorme pero no hace aire y no puedo menearme, menos aún abrir el arco. Tras unos minutos se deja el maíz y se va a las almendras, pero a varios metros del tubo. Empieza a comer las más alejadas (16 metros de mí), y cuando lleva varias, le doy un toque de luz y el gorrino pega un respingo y se tapa corriendo.
Se hace el silencio durante más de 15 minutos en los que pienso que se ha largado... yo haciendo allí la estatua, y él también. Hasta que se le pasa el cabreo y vuelve a dar la cara. Se va a las almendras pero le puede el nerviosismo. Coge una, se tapa, le bufa al tubo, lo rodea.... vamos, que sabe que allí está la comida pero también el peligro. En esos momentos ni me atrevo a darle la luz, prefiero dejarlo a ver si se va relajando, pero nada, no se entiende con las almendras y se vuelve a por el maíz.
Entre los claros que ilumina la luna entra la maleza lo veo moverse despacio... está bajo mía, muevo el brazo del arco, y nota algo y se tapa... vuelve de nuevo, lo vuelvo a intentar, y de nuevo arreón a la oscuridad. Empiezo a impacientarme porque el tiempo pasa y no hay manera de abrirle el arco.
Pasan varios minutos más... le doy toques de luz alejados de él, y no huye, pero deja de comer... le diagnostico fotofobia aguda muy a mi pesar, y empiezo a tener claro que tocará jugársela.
El animal tras varias vueltas más por allí vuelve al tubo de maiz, lleva más de tres cuartos de hora en la zona, y ahora sí veo su silueta lateral a mí. Las opciones son tirarle sin luz, algo que tengo ensayado, pero con el consiguiente riesgo de malherirlo, y la otra es darle un toque de luz rápido e intentar acertarle antes de que huya.
Me voy a la segunda, que semejante gorrinaco no merece menos. Abro el arco con total mesura, encaro... doy la luz, y veo el pin en la zona buena, toco el disparador, y cuando la flecha llega el gorrino ya no está en el mismo sitio. La flecha le pasa rozando por bajo
Todo es muy rápido pero el sonido confirma lo que mis ojos ven, y es que no le dí. El culatín se apagó al dar en el suelo, y el jabalí se asusta, pero sin saber que ha pasado.
En vez de marcharse, vuelve a buscarme rodeándome, tomando aires continuamente pero sin sacarme... incluso en un momento pega un gruñido seguido de una carrerita, pero sé que es falso,y tras unos minutos de pausa vuelve a la búsqueda.
Cuando lo sentí alejarse finalmente eran las diez y cuatro minutos... una hora entera de gorrino en plaza. Era el cuarto animal de buen tamaño que tengo delante en los últimos meses y al primero que consigo tirarle. Terminé rebentado de tanta tensión, así que disfrute total, a pesar de no tocar pelo.
Me volví a casa cabreado, sonriente, feliz, y con la duda de si volveremos a vernos.