Era agosto del 2012, la segunda y ultima caceria del año, destino nuevamente, Chamaico, preparativos, y como siempre 0200 hs aproximadamente salgo, pero esta vez, antes de ir al campo pase a ver a un entrañable amigo, Don Quiroga, persona de muchos oficios, y entre ellos peon de campo que fue cuando lo conoci en una estancia en los limites de La Pampa y San Luis, y de ahi entablamos una linda amistad, y cada vez que puedo le hago una visita. Le digo don por respeto no por que sea viejo, es mas joven que el que suscribe. Entre mate y mate, le comento que iva a lo de Don Germán a cazar, y el me responde que si queria me llevaba a una campo, en el cual le habian dado permiso de caza, pero no dejaban que nadie acampe, era dejarme y a tal hora irme a buscar, no hay problema le conteste, asi que le avise a Don Germán que mie quedaba en lo del Peludo, ese es el apodo de Don Quiroga. Cuatro de la tarde partimos hacia la chacra, fusil y mochila, al hombro, me indico com llegar al apostadero,. No era dificil de encontra pues tenia que seguir una picada (picada se denomina a la lonja de tierra a la cual han limpiado por si se prende fuego una parte del monte no afecte a todo el campo, llamada tambien cortafuego. Dos kilometros de caminata, hasta que al cruzar un alambrado diviso un apostadero en altura, a menos de 40 metros un hermoso charco de agua. Hermoso lugar, lo unico de malo era que habia ganado por doquier, y encima becerros, asi que debia estar seguro de donde tiraba y lo que tiraba, Tome posicion en el apostadero, hermosa lo noche, templada, la luna en cuarto creciente iluminaba la charca. Los sonidos de la noche son eternos e infinitos, ,es algo que no se puede pagar con dinero y no tiene nada que lo iguale, es uno de los grandes motivos del porque me gustan los aguardos, y solamente los que cazamos de esa manera lo conocemos. Esa noche aparte de mi fiel amigo don Mantecol, tenia en mi mochila 4 abanos que me habian regalado unos amigos, que mas pense entre mi, eran las tres de la mañana, a las seis tenia que estar donde me habia dejado Don Quiroga, lo prendi y sabore. Y entre el humo del puro y los sonidos de la hermosa noche se hicieron la cinco de la mañana, muy despacio baje del apostadero y emprendi la caminata, llegue un poco antes al lugar me sente en el piso. Y sere los ojos para sentir mas los ruidos del silencio de la noche. Don Quiroga, puntual. Subo al auto y Paco, ese es mi apodo, bajo algo, nada le conteste, pero mañana me vengo mas temprano. LLegamos a su casa donde me tenia reservada el lugar para descansar, pero nos quedamos hablando hasta que el sueño me gano la partida. Vamos Paco a comer, ya estaba casi listo un cordero a la estaca, comimos hasta mas no poder. Una siesta y a las tres arriba, llevame Quiroga, es temprano me contesto, vos llevame que estos chanchos son de la tarde no de la noche. A las 5 y media estaba en el apostadero, enciendo otro habano, no habran sido las 20 hs, cuando escucho ruidos en el agua, me asomo, pues me encontraba apoyado en el palo opuesto a donde se encontraba la charca, y desde arriba vi tres hermoso jabali, son jabalinas pense entre mi, me acoste en el piso del apostadero, centre el reticulo un poco detras de la paleta y dispare a la jabalina que creia la mas gorda, era casi de dia no podia equivocarme, un tiro cerca pero lo habia erado, no podia ser, me bajo del apostadero y buscar rastros de sangre, nada de nada, no pude ver ningun signo de que el animal estee herido, tomo el celular y llamo a mi amigo que me venga a buscar, cuando llego al lugar predestinado le comente lo que habia sucedido y ambos llegamos a la conclusion de que en algun lado pude haber golpeado la mira y descalibrala, cosa que me parecia imposible pero no encontraba otra explicacion. Que vas hacer, me pregunto mi amigo, por ahora nada, seguimos con el cordero y me qeudaron dos habanos uno para cada uno, mañana sera otro día, y asi fue, al otro día volvi al lugar, pero no para apostarme, para buscar una respuesta, y lamentablemente la encontre, un hermoso padrillo a unos 250 metros monte adentro. Tome mi cuchillo y lo habri, maldito mi tiro, exactamente donde apunte, destrozo unicamente parte de los pulmones y la bala lo bandeo, por eso mil veces no debo irme sin buscar bien, es algo que no me puedo permitir de dejar morir un animal, que se pudra su carne, una muerte en vano.