SUS ARCOS Y NUESTRAS PLUMAS
Nada mejor para valorar las dificultades de las cosas, que el intento de realizarlas. Es por eso, que el guitarrista aficionado, es el primer notario de la excelencia de un Paco de Lucía, por ejemplo, y nadie certificará mejor la complejidad del arte de Cúchares que el que se haya enfrentado con un trapo a una vaquilla… Por eso puede decirse: que el intento es el verdadero calibre, y los que hemos coqueteado con el arco, damos fe de la dificultad de combinar, arte, técnica, ciencia, paciencia, y… resignación.
Este año, la novedad en los Premios Cinegética, ha sido la presentación de una nueva distinción, esta vez, para los arqueros, esa disciplina, quizá menor en número de practicantes, pero inmensa en valores cinegéticos.
En mi opinión, hay dos postulados falsos, pero extendidos en la caza moderna, uno, que en la caza menor, la rapidez y la cantidad de cosecha, son sinónimo de calidad, y el otro, que en la caza mayor, grande, es igual a bueno.
En estas notas, ya nos hemos hecho eco alguna vez, de cómo la RFEC, sigue promocionando con su campeonato de Caza Menor con Perro, el acaparamiento natural, en una inaudita competición que pretende hacer creer al colectivo, que el espíritu de la alimaña, debe ser admirado.
Cazar mucho y rápido, es un modelo obsceno que urge revisar para adaptarlo a las nuevas sensibilidades. La caza, es el aprovechamiento sostenible, de un recurso natural renovable que es la fauna cinegética. Aplaudir y premiar la colecta compulsiva, dificulta la socialización de nuestro discurso.
La otra sinrazón –decía- esta para la fauna mayor, es identificar lo grande con lo bueno, haciendo de la metrolatría, un credo que ha traído atajos y confusión, más que ventajas.
Decía, que estos dos errores para cualificar las dos disciplinas cinegéticas -mayor y menor-, siguen en vigor, para perplejidad de una cofradía desorientada, pero cada vez más consciente de estar ante una paradoja cualitativa, esa que permite al cazador de menuda, glorificarse en cotos intensivos, y que los grandes trofeos de caza mayor, sean cada vez más sospechosos de artificio.
Esta persistencia en el error, está a un paso de convertir a los libros de record en papel de envolver mentiras, y a la idolatría metalúrgica, en una filia soez, por la chatarra, porque la verdadera calidad cinegética, sólo se muestra en la emoción derivada de la satisfacción de un instinto, en definitiva, un sentimiento no mensurable y por tanto incomparable.
La caza con arco, en su primitivismo, es hoy vanguardia de esta moderna sensibilidad, porque demuestra que lo importante no es el qué, sino el cómo. Un mandamiento que parecen haber olvidado, los exégetas de la moderna Biblia cinegética, que parecen justificar los medios en aras de un fin aritmético.
La caza pues, sólo es grande cuando se transforma en una experiencia íntima, satisfactoria, e inexplicable en términos racionales, para el no iniciado. La caza, es instinto corregido por la ética que exige equilibrio y un comportamiento moral y estético, recogido en las tradiciones. Fuera de estos criterios morales, esta actividad se transforma en un acto ordinario y vulgar.
La caza con arco, ha hecho suya esta piedra filosofal, por eso pasa inadvertida a un colectivo cegado por lustrar su currículum, con puntos y metales. Al arquero le basta intentar el lance, para satisfacer su conciencia, y verse recompensado sin otras servidumbres.
Es cierto, los arqueros, cazan mucho y matan poco, pero su recompensa está asegurada, porque no depende de la aritmética ni de la pulgada, que son los becerros de oro de una buena parte del colectivo empecinado en aplaudir éxitos no ejemplares.
El mundo cinegético puede cambiar, lo hace cada mañana, pero sus valores eternos de referencia siguen anclados en el paleolítico: el esfuerzo, el sentido del campo, la técnica, la habilidad y sobre todo, la humildad de aceptarnos como predadores inteligentes, pero incompletos.
Cinegética, decía, ha querido reconocer los valores de esta modalidad, y yo lo interpreto como un intento de recuperar algo de cordura, aunque me temo que pasada la feria, la referencia para la mayoría, siga siendo las medallitas falsas con cinta barata…
Es decir, ellos, tensarán sus arcos y nosotros nos pondremos las plumas.
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