De esto hace ya bastante tiempo, pero aunque no lea mi diario de caza nunca lo voy a olvidar. Parti un 20 de diciembre, un dia después de mi cumpleaños, me había contactado previamente por medio de mensajes con el celular con mi gran amigo Beto, el hijo del encargado de la Barrancosa, la estancia que estaba en las cercanías de Bernasconi, el cual me había comentado que había conseguido permiso de caza en un campo en la zona de Cuchillo-Co, en la estancia Parque San Bernardo. De esa estancia ya tenia referencia, pues era muy nombrada por la gran población de jabalíes, pero también sabia que era un coto y que los costos no eran nada baratos. Beto se anticipo, y dijo que fuera tranquilo que no tenia que pagar nada.
Llegue a Bernasconi, para saludar a Beto, casi al medio día, el asado ya estaba puesto. La temperatura a esa hora oscilaba los 38°C, un calor de locos. Comimos el asado y partimos rumbo a la estancia, 150 km mas de viaje. Llegamos a la estancia 4 de la tarde mas o menos. Deje el auto en las casas y me puse a rastrear junto con Beto que quizo acompañarme, el trámite fue corto, en las cercanías de un potrero de vacas como a treinta metros había una charca y por lo visto debía de ser la única pues la cantidad de huellas en el lugar eran incontables, asi que decidi quedarme en ese lugar, me aposte dentro del corral de las vacas, puse el despertador de mi reloj a las seis de la tarde, quería dormir algo, Beto había regresado hacia las casas. Ni bien sono el despertador, me despabile un rato y atento a la charca. Era impresionante la cantidad de jabalinas con crias que ivan a la charca, pero no eran tirables, una porque estaban muy flacas y la otra y principal, porque estaban en la época de amamantar a las crias y si mataba a la madre mal era el destino de los jabatos asi que contemplaba tranquilo. Como a las siete de la tarde, con sol todavía, un hermoso padrillito de unos sesenta kilos, podía esperar uno mas grande pero para que, si era carne segura, centre el retículo en plena paleta y dispare. Habia matado a mi primer jabalí, hermoso regalo de cumpleaños. El primer día, a las siete y cinco, que mas quería. Saque al jabalí de dentro de la chaca y lo lleve hacia un costado, debajo de un calden. Primero lo cape, luego lo colgué y destripe. lo cubri con una tela que me había llevado para ese propósito, pues sabia del calor y el tul que lleve lo usaría para que no le vayan las moscas. Terminado, prendi un cigarrillo y me fui a buscara mi amigo para contarle y pedir un consejo de que tenia que hacer para que no se hechara a perder la carne. Beto no podía creer que había cazado tan rápido, me acompaño a donde estaba mi trofeo, y dijo que no me haga problema pues en la noche refrescaba y aparte lo había colgado en un lugar donde no le daba la luz de la luna. A la madrugada antes que salga el sol, lo cuereamos y trozamos y luego al frezeer que estaba en la estancia. Los dos días restantes descanse y me recorri el lugar tratando de cazar algún jabalí dentro del monte, cosa que si bien resulto infructuosa en cuanto a encontrar algún jabalí, a mi me resulto muy bueno para aprender a caminar ya rastrear monte adentro.