En un principio puede parecer una tontería ir a un aguardo sin arma, pero cuando los permisos no llegan y ''el mono'' se hace insufrible, la solución es marcharse al campo y sentarse a esperar, que verlos también satisface y mucho. En estos momentos recuerdo tres ocasiones en las que aguardé ''sin muerte'' y ''sin arma'' para de ésta forma, rizar el rizo. La primera vez fue hace muchos años. Vino un amigo por la tarde a verme a casa y en la terraza, tomando algo, surgió el tema de las esperas. Nos fuimos emocionando por momentos al ver salir la luna y me propuso marcharnos a la Sierra para quitarnos el mono. Tenía permiso para oír la berrea en una afamada finca de Aliseda y allí nos presentamos y buscando sitio querencioso en un rastrojo plagado de encinas, hicimos parada sentándonos en el suelo con las espaldas apoyadas en el tronco de una centenaria encina. El concierto de bramidos comenzó y observamos reses en cantidad. Pero ya de noche vimos venir un cochino de aquí te espero surcando el rastrojo como un trasatlántico, cruzando su enorme mota negra a poca distancia de nosotros. Vaya un verraco!!! Bueno de verdad. Un animal que nos dejó los dientes largos, como los suyos, supongo, para varios días. Ni venados ni leches, ya sólo supimos hablar del guarro mientras que permanecimos en el campo y en el camino de vuelta su estampa ocupó por entero nuestros comentarios. Aún hoy, cuando nos vemos lo recordamos. Menudo bicho!!!