Gracias por vuestros comentarios.
Creo tener claro que la culpa no es de las turbulencias, sino del indio que disparo la flecha, osea, mía.
Me pasa por vago, por no moverme unos metros y apoyarme en la alambrada, que lo podía haber hecho perfectamente sin correr demasiados riesgos.
Lección aprendida.
Un saludo