Mira, Emérito, te tengo que ser claro. Yo soy clásico, tengo ya mis años, me gusta la tradición y no me entiendo bien con todas estas tecnologías informáticas, etc. Nunca podré usar esta aplicación tuya en mi móvil, que apenas sé manejar. Mi tiempo en el campo no lo puedo perder tecleando en la pantallita del móvil con las gafillas puestas, entiéndelo. Dicho lo cual -y este era el sentido de mi mensaje- te quiero agradecer tu dedicación, tu trabajo y tu generosa oferta para los que se apunten a tu invento. No es mi caso, pero creo que tu trabajo merece un reconocimiento.