Efectivamente, la procesionaria por sí sola no mata al árbol, pero en el caso de que produzca defoliaciones totales, como es la situación actual de muchos pinares, si la metida del año se pierde (por sequía, golpe de calor, helada tardía...) la viabilidad del pie queda seriamente comprometida. Cuando además viene de sufrir un severo estrés hídrico por la sequía de los años anteriores el riesgo de colapsarse se incrementa significativamente.
Por otro lado los tratamientos deben y son (eran) diseñados por técnicos cualificados. Acabar con toda la población de procesionaria que se encuentra en fase de oruga es contraproducente, pues se elimina o reduce sensiblemente la población de todos sus depredadores y parasitoides, al dejarles sin orugas con las que alimentarse o parasitar. Además, la procesionaria presenta un ciclo biológico peculiar, que le permite estar enterrada en forma de crisálida hasta 4 años (diapausa), por lo que eliminar todas las orugas un año no significa que se libre al monte de este agente, ya que durante los siguientes 4 años pueden seguir emergiendo imagos, cuya descendencia, al no encontrar parasitoides ni depredadores, prospera en alto porcentaje. Por eso, se sabe que hay que dejar siempre zonas sin tratar.
Ahora bien, eso no hay que entenderlo como que no es necesario tratar nunca. En el caso actual, en el que muchas masas vienen de padecer un severo estrés hídrico, que además a finales de verano ya se observaban multitud de fogonazos provocados por las orugas en sus primeros estadios, hubiera sido sensato estudiar la idoneidad de realizar tratamientos. La consecuencia de no hacerlo es que actualmente muchos pinares presentan niveles de
infestación 4 y 5. Si no se pierde la metida de este año los pinos sobrevivirán, eso es cierto, pero aún así es presumible que el debilitamiento que les produce estas defoliaciones les predisponga a ser más vulnerables frente a otras plagas como pueden ser los escolítidos. En esto de la sanidad forestal se cumple con bastante frecuencia el aforismo de "a perro flaco todo son pulgas".
Según mi opinión, ante la posibilidad de sufrir una primavera seca, un episodio de temperaturas continuadas anormalmente altas durante la emisión del brote anual o cualquier otro fenómeno que comprometa la metida, y tras haber visto la alta densidad de fogonazos a comienzos de otoño, creo que hubiera sido necesario realizar tratamientos en numerosas masas. Con
Bacillus thuringiensis, una bacteria que mata solo orugas, que es más ecológico y así la gente no se escandaliza tanto. Además se evitaría un buen número de irritaciones entre los que deciden adentrarse en el pinar.
Saludos.