A ver si mañana saco un hueco y pongo un escrito titulado:''Los recuerdos del cazador''.
Después de la caza, viene el inefable recuerdo. El lance, revivido por la memoria del cazador, se hace eterno en el tiempo, mientras la existencia del hombre perdure en su paso por la vida. Cuántas veces habremos contado nuestras experiencias en una tertulia cinegética, hablando de piezas, de perros con nombre propio, de cazaderos añorados o de compañeros perdidos en el camino venatorio, quizás no por su desaparición física sino por la pérdida del contacto con ellos por motivos varios... Y los echamos de menos, cómo negarlo. La primera finca, el primer contacto con las armas, la primera pieza, el primer chaparrón a la intemperie y, por supuesto, antes de todo eso, la llegada del padre a casa con la ropa de faena oliendo a jara y a tomillo, portando un ramillete de perdices o la cabeza del venado aquel que rompió al cortadero y quebró su carrera de un certero balazo... Más después de todo, están los trofeos. Aparte de la memoria viva del lance, su presencia en la pared de la casa, justifican de sobra la existencia del venador. No hablo de la masificación, de la competencia de algunos por tener cuantos más mejor decorando un salón, no es eso, es lo elegido, lo principal... El primero que conseguimos en compañía de los amigos, el que nos hizo sudar o el que nos puso el corazón y el alma a mil por hora... Aquellos que los compran o los roban, que de todo hay, no saben de su significado como el verdadero cazador. Porque contemplarlos es volver a sentir la emoción vivida aquel afortunado día... Si hacía sol o llovía, si hacía calor o frío, quién nos acompañaba, cómo entró, dónde le dimos... Si quedó ''como una gota de agua'' o hubo que pistearlo... Si amigos, esas tablas y esas cuernas tienen cada una su propia historia. Creerme que para el montero de postín no es vanidad, es puro sentimiento... Es el justificante de algo duro y bello, es revivir la caza con su simple contemplación porque, además, ellos, los trofeos, seguirán ahí cuando el hombre cazador ya no esté para contarlo... Algo más que les recordará a los suyos y a los hijos de los suyos, quién fue su antecesor.