El de hoy no es el relato de una noche de espera mas , una de esas noches que te plantas en el campo cargado de esperanza y con buenas perspectivas aunque el resultado no es el que se esperaba . El relato de hoy consiste en plasmar las sensaciones de una noche cualquiera que se convirtió en inolvidable para siempre , no porque abatiéramos un gran guarro ni siquiera disparamos , pero el momento que vivimos mi peque y yo creo que no lo olvidaremos nunca en la vida .
Todo comienza por el principio :
-¿ MAAAAMIIII ME PUEDO IR CON EL PAPI A ESPERAR LOS COCHINOS ?
-YA SABES QUE NO TE DEJO
-VENGA CARIÑO DEJALO QUE SE VENGA
-PUES LUEGO NO VENGAS QUEJANDOTE DE QUE TE HA ESPANTADO EL COCHINO , YA SABES QUE NO PARA DE MOVERSE .
Una vez conseguidos los permisos de la autoridad competente comienzan los preparativos , en cuestión de minutos estamos saliendo . Alberto y yo nos encaminamos hacia la finca de mi colega a probar un nuevo cebadero que he preparado en una zona que no la hemos cazado nunca . Es una zona de paso entre la sierra y unas siembras que hay junto a unos almendros , sabemos que es una zona de mucha querencia para los machos monteses y que hay algún cochino de paso pero no la cazamos . El caso es que llegamos al sitio y hacia una semana que recargue el bidón y que puse almendras , cual fue mi sorpresa al comprobar que no las habían tocado no así el panizo que si lo habían comido , de lo que se podía deducir que no habían guarros por la zona .
-ALBERTO QUE HACEMOS NOS QUEDAMOS ?
- BUENO YA QUE ESTAMOS AQUI .
-PERO ES QUE NO HAY COCHINOS
-PUES VEMOS LAS CABRAS.
Efectivamente en pocos minutos aparecieron por el alto de la cuerda tres hembras y un joven macho que nos mantuvieron entretenidos hasta la postura de sol . Desde que se marcharon sobre las ocho y media hasta las once un solemne plantón que fuimos aguantando entre el bocata y algún que otro pajarraco . Desmontamos el puesto y nos dirigimos hacia la otra punta de la finca por la que entramos y por el camino vamos haciendo asomaditas . Como guenos cazadores no nos dejamos invadir por el desanimo pero la noche no acompaña para nada , en la primera almendrera que paramos no había ni conejos una sensación extraña de soledad y un poco de intriga . Subimos al coche y nos desplazamos unos quinientos metros hasta otro cebadero , me bajo del coche ya sobre las doce y mi hijo visiblemente cansado me dice que se queda en el coche ,¿ que hago nos vamos o me acerco al puesto a dar un vistazo? tu si quieres ve que yo te espero , y me fui a unos treinta metros del coche y cual fue mi sorpresa al asomarme y comprobar que un cochino estaba en el cebo aunque decido no tirarle y volver al coche , cuando llego mi hijo estaba muy nervioso , se baja del coche y comienza a contarme que había estado escuchando unos golpes muy fuertes a los arboles y yo le confirmo que eso es sin duda un macareno que esta tirando las almendras que han quedado si recoger en algunas ramas . Nos acercamos con sigilo al borde del testero esperando descubrir la posición del animal pero este nos ventea y emprende la huida dando bufidos por debajo de los arboles haciéndonos imposible hasta verlo . En este momento mi hijo ya no tiene sueño y comienza a disparar autenticas ráfagas de preguntas :
-PAPI ESOS GOLPES QUE SE ESCUCHABAN PARA QUE LOS DABA , Y CON QUE LOS DABA , Y COMO SABES QUE ES UN MACHO , Y PORQUE Y PORQUE Y PORQUE . Lejos de sentirme saturado de preguntas o agobiado por la rapidez de las mismas fui respondiendo a todas en el modo que mis conocimientos me lo permitían y así mientras recogimos el arma nos cambiamos y nos montamos en el coche para salir dirección a casa mantuvimos una muy amena conversación entre un veterano y su aprendiz que a la vez que me gustaba por el tema de la conversación en si me hacia llenarme de jubilo porque era mi hijo el que escuchaba atentamente como una autentica esponjita que recogía hasta la ultima gota de conocimientos que yo le relataba y así llegamos a la cadena.
Le pedí a mi hijo que abriera el candado para sacar el coche y el se bajo sin pensarlo y se dirigió hasta el poste , en ese breve tiempo me acorde que el cable tenia unos alambres rotos y abriendo la puerta rápido le digo : Alberto espetare que no quiero que te pinches con los alambres , llego a su altura y abro la cadena sacamos el coche y me vuelvo a bajar para poner el candado , después vamos hacia el coche hablando de lo sucedido y nos subimos a este y fue entonces cuando vivimos una experiencia apasionante y creo que inolvidable para los dos . Sentados en el coche cerramos las dos puertas a la vez y mientras ponía la primera a menos de dos metros del morro del coche y con las largas puestas apareció de izquierda a derecha un enorme jabalí que rondaría los ochenta kilos y con unas defensa que aunque no eran grandes brillaron como sables , mi pequeño que no había visto ningún guarro vivo se quedo sobrecogido y aguantando la respiración ante aquella imagen tan majestuosa de un animal tan grande y fiero que nos brindo esa mirada como la de un tiburón , no pudo mas que esperar a que se fuera y luego atino a decirme " JO PAPI QUE GRANDE ERA " . Yo por mi parte le lance un montón de improperios y me acorde en gran medida de toda su familia habida y por haber .
Ya se termino la conversación y mi peque mantenía en la retina esa imagen mientras yo conducía hasta que cayo rendido por el sueño . Llegamos a casa y nos acostamos y al día siguiente durante el desayuno le iba relatando a su madre la experiencia y al final volvió a decir JO PAPI QUE GRANDE ERA . Este cochino ha pasado a la historia de mi vida para siempre , no se si mi hijo seguirá cazando en esperas pero seguro que este relato llegara el día en que se lo cuente a sus hijo de cuando estuvo con su padre de aguardo y vio el cochino mas grande de toda su vida .