POR FÍN OTRA EMOCIÓN
He querido titular este relato, resaltando la palabra emoción, y es que pienso que el cazador veterano no solo busca éxito con el lance, no... además quiere o queremos que sea una espera peculiar y con un resultado cargado de emoción. Os cuento.....
Tengo un cebadero especial, y digo esto porque creo que ningún buen amigo ha querido hacer uso de él (bueno alguna vez si); quizás porque saben que me gusta tenerlo reservado y que además está en la linde del coto, por lo que les pilla un poco mas distante. En este cebadero, he matado ya algún que otro guarro, pero siempre teniendo en cuenta que no debo abusar de él, pues si queremos matar un machete respetable...hay que ir de higos a brevas”. Siempre que llueve me acuerdo de el, lo reviso y si tiene agua la baña me pongo inmediatamente. Y si está el tiempo de secano...me acerco le hecho sus almendritas y un poquito de maiz y a esperar; sin abusar mucho de mi presencia por allí.
Habían pasado unos tres meses sin aparecer por allí, el verano muy seco y creo recordar que la pequeña baña no tenía agua desde hace mucho tiempo...pero me acerqué y eché alguna pequeña golosina. Dejé pasar una semana...nada sin rastro. Volví una semana más tarde y pude comprobar que aquellas pequeñas piedras estaban levantadas parcialmente, dentro quedaba grano pero no almendras....algún goloso había hecho uso de aquello. Rellené el comedor y volví al dia siguiente.
Había repetido....volvía a estar parcialmente comido. Esto significaba que el comensal era un solitario, estaba claro que de una piara no se trataba. Mi interés se incrementaba, por lo que no le dí más tregua...
El invitado había encontrado algo que le llamaba la atención y estaba encaprichado con ello, por lo que estaba seguro de que iba hacer uso de él de nuevo; yo por lo tanto.....lo esperaría.
El sitio es una pequeña clara entre el monte, con un desnivel hacia delante, en el que se encontraba la baña, ya seca de tiempo, y el cebadero; y el puesto cubierto de leña por todo su alrededor. Allí me aposenté temprano y esperé acontecimientos.
Lo típico...el aterdecer, las mirlas, las torcaces y pronto....la penumbra. La soledad me acogía y tambien me agradaba, pues alguna vez ella te viene a consolar...la necesitas para recapacitar cosas de la vida. Pasaron pocos minutos, el crepúsculo no te dejaba vislumbrar apenas ya el cenáculo, pero mi atención se fijaba orientando el oido hacia mi lado izquierdo, allá abajo...donde unas torcaces inquietas no terminaban de acoplarse en su árbol.
Me llamó de alguna manera su atención, algo las estaba incomodando. Las torcaces revoloteaban de unas ramas a otras y quizás algo más frecuente de lo normal. Me alerté y presté atención, aunque pronto me olvidé, pues no me quise obsesionar con ello. En definitiva llevaría media hora sentado, recreandome con todo y rebosando tranquilidad......cuando un resoplido y un brusco movimiento de ramas me sobrepuso...un guarro me había pillado...Se presentó a escasos metros de mi postura sin haber podido percatarme previamente. Quedé paralizado...miraba con el rabillo del ojo a mi izquierda, pero no lo veía! Si no le echaba el aire!!, porqué se espantó entonces?...había visto mi silueta!, aunque estuviera mimetizado... quizás si resaltaba en el entorno. Corrío unos metros y se paró, quedó estatico y pasaron los minutos de absoluto silencio. Que tensión!, no sabía que hacer! Aumenté el tamaño de mis oidos, agrandé mis orbitas oculares..y seguía sin saber donde estaba. Enlenteciendo mi movimiento alcancé los auriculares, sacandolos del morral, me los coloqué y presté atención a lo que me pudiera trasmitir.
Fué increible...comencé a oir cerca de mí y sin poder orientarme, a escasos metros, el ruido que el guarro iba desprendiendo, que aunque era muy escaso era palpable y como digo... tan cerca que incluso me asustaba. Yo dirijía el arma, a pulso, hacia la dirección en la que pensaba que podía estar, inmediatamente cambiaba de nuevo la dirección, ya que no acertaba a estar seguro si era allí, o allá, o detras incluso...Pues los auriculares te expanden el sonido, pero sin orientarte bien, sobre todo cuando está tan cerca. Que impresión y que incertidumbre!!. Iban pasando los minutos y gratamente pude comprobar como los ruidos se distanciaron un poco. A intervalos realizaba grandes pausas, haciendo que yo dudase de su marcha definitiva. Pero obsté, como es natural en quedar inmovilizado totalmente y retar en el tiempo al rival, que posiblemente aún esperaba...
Esta tensión es la que nos gusta, sobre todo si el final es agradable.. aunque hay que reconocer que la descarga de adrenalina es importante. Solamente me ha ocurrido esta situación tres veces en mi vida y tengo que comentar que el guarro desaparecia sin dejar ni rastro. Y para mas emoción era la segunda vez que me ha sucedido en este mismo sitio..que coraje!!.
Pero la suerte todabía no estaba echada....seguimos esperando. Como decía pasaron los minutos sin oir nada, yo seguía inmovil....hasta que oí el sonido caracteristico que hacen los guarros caseros: grun grun. Que alivio, se había confiado y dejando oir su gruñido docil, se encaminó despacio hasta el comedero....
Pronto apareció mostrando todo su cuerpo, con semblante de macho, con sus crines erizadas en la cruz de su espalda y con su rabo inconfundible en lo alto de su grupa..allí levantó su geta al viento y rapidamente cogío su último suspiro.....pim!!!.
Luego vinieron suspiros profundos de satisfación....esta vez si!!!, esta vez conseguí darle alcance al que otras veces escapó de la silueta humana. Era un guarro grande, mediano en edad, sin un trofeo deslumbrante, pero cargado de satisfación para un cazador que recordará el lance con mucha EMOCIÓN.