....esta tarde, hablando con un amigo de como nos iba el comienzo de temporada, le contaba que hace pocos días me puse en una balsa por la tarde, por si a algún corzo le daba por acercarse a beber. A las 20,45 todavía de día,....franco como si nada, un cochinazo entró por mi izquierda, al trotecillo, en dirección clara a beber. Encampanado, al borde de la misma, tenía ante mí....90 kg de cochino con un hermoso trofeo de unos cuatro-cinco centímetros por fuera. Subió a beber. Tres ó cuatro veces, alzó su cabeza mostrándome su trofeo y la cruz de mi visor puesta otras tantas en su codillo, con el dedo acariciando levemente el gatillo de mi Brno. Que sí, que nó, que sí, que nó....el caso es que lo dejé marchar y me quedé tan a gusto.
Dando vueltas a todo aquello, llego a una conclusión. Al no tener permiso todavía, no quise arriesgar la temporada con un tiro a destiempo, ni me perdieron las ansias, ni pensé siquiera....en colgar una nueva tablilla en la pared. A parte no era lo que buscaba....sentí que cazado ya estaba y que no tenía necesidad de matarlo para demostrar nada a nadie....ni siquiera a mí mismo. Matar por matar no me apetecía, pues dejarlo ahí sin poder sacar ni carne ni trofeo....tampoco.
Queda para mí el lance y el gran rato que me hizo pasar.
Una vez más pienso que...."no es necesario apretar el gatillo para disfrutar de una espera aunque esto, muchos...no lo entiendan".