Patillas, sin duda los refranes son la forma de recoger la experiencia popular, buen refrán...
Contaba un socio que tuve en un coto una anecdota de esta gente "biciclista", como les llemaba uno de mis hijos cuando era pequeño.
Era el coto el término municipal de un pueblo abandonado a finales de los sesenta... el pueblo mantiene a penas un decena de casas en pie, si es que llega, siguiendo en ruinas el resto de las casas que lo conformaron. En la parte baja está la vega de un arroyo, que sobrevive en verano de una fuente natural que nace poco más arriba del pueblo y donde Jorge falló un cochino en una de sus primeras esperas...
Allí, en la vega junto al pueblo, otra fuente natural canalizada alimentaba tres pilones, uno central como de 3x1,5 m con un murete de piedra de un metro de alto del que salía el caño y otros apenas como un canalón dado la vuelta que estaban a ambos lados, como custodiando al principal. Salía el agua deliciosamente fresca, desbordando al final de los mismos y manteniendo un barro que no pocas veces era visitado por los cochinos en mitad de la noche.
Cazaba este socio la media veda un año en el que, como este, apretaba muy seria "la calor" apenas asomaban los primeros rayos de sol. Así, a media mañana y de vuelta de un largo paseo en busca de pelo y pluma, arribó al pueblo justo a través del pinarejo que venia a rematar directamente por encima de los pilones. Así fue como no la vió hasta que estaba prácticamente encima...
Allí, apoyada sobre el murete del pilón, estaba abandona una bicicleta reluciente, sin más alma alrededor que los jilgueros y estorninos habituales de las ramas de los chopos que custodian con su sombra la fuente del pueblo... apenas una decena de pasos le costaron acercarse a la misma con la curiosidad natural de saber que hacía aquello allí en "mitad del coto".
Con la cabeza todavía en las palomas y la curiosidad en los ojos por la bici, no fué pequeño el susto que se llevó cuando, en mitad del pueblo abandonado y surgiendo de las frías aguas del pilón, detrás del murete en que reposaba la bici, se levantó de golpe un tío tal y como su madre lo trajo al mundo, dando el tipico grito de quien se ha tirado de golpe al agua fría de la piscina...
Repuesto del susto creado por el grito y la fantasmal aparición, resultó que el espíritu era el ciclista que, atacado por los calores en mitad de su esfuerzo físico, y conocedor de estar en un paraje solitario y abandonado, decidió sumergirse en pelotas en el pilón conteniendo la respiración, refrascándose así cual buceador en piscina de polideportivo municipal...
Y es que ese pueblo abandonado hacía creer a la gente en apariciones y así ese mismo socio se encontró una noche, cuando bajaba andando al pueblo desde un puesto de espera a las tres de la madrugada, con tres chicos que andaban buscando fantasmas y grabando cacofonías, pero eso... es otra anecdota y el susto se lo llevaron los otros...