Que yo recuerde este fue uno de los mejores días de caza menor por supuesto con perro de los últimos tiempos.
En mi coto no hay grandes cantidades de caza pero si variedad aunque depende se los años y de las lluvias.
Se caza de 8 a 14 horas y mi hijo me acompaña las dos últimos horas porque no aguanta todavía el palizón de andar tras las patirrojas con la hora pegada a la suela de las botas.
Otra más para el recuerdo.
Cuando los hijos nos imitan en algo positivo suele agradarnos pero cuando lo hacen en una afición nos alegran y cuando lo hacen en varias nos conmueven.
Es mi caso, además de cazador mi Lobete me imita en los asuntos de letras, sin yo decirle apenas nada, va el tío deja la maldita videoconsola coge un libro y lee para después ponerse manos a la obra y escribir una poesía.
Una mañana de Agosto dejamos el coche en un rastrojo y nos dirigimos hacía un barranquete para ver si tirábamos alguna torcaz de las que acudían a la sombra de los grandes pinos o simplemente volaban bajas tras llenar el buche.
Cien metros más por delante habían dos corzos macho correteando tranquilamente,al vernos uno se fue pero otro se quedó, yo ni siquiera cargué la escopeta pero animé al chico a acercarse al animal que comía aunque sin quitarnos ojo.
Se acercó tranquilamente y al no levantar más de un metro del suelo e ir camuflado, el animal no lo reconoció como una amenaza y le dejó acercarse hasta unos diez metros.
Entonces me di cuenta que estaba demasiado cerca, ya no había reacción posible no hubiera podido tirarle al corzo para evitar un ataque por estar él delante y parecía que le iba a embestir, una punzada de nerviosismo recorrió mi espina dorsal, pero...
...con dos zancadas me acerqué yo unos metros más y el animal a mí si me reconoció como predador levantando la cabeza y saliendo por patas del lugar, el chico estuvo como a ocho metros de un precioso corzo con pelaje veraniego de rojizos tonos.Es lo que tiene la madre naturaleza que no le hace daño a quién la respeta y la ama.
De la grata experiencia él escribió años después esta poesía que yo os traslado aquí para que quede constancia de mis palabras.
En un lugar de este monte
cuando yo era pequeñito
encontré un corcito
hablando con un bisonte
¿Quién eres tú?
Yo soy un lince muy bonito
¿Quién eres tú?
Yo soy la estrella y la luna
¿Quién eres tú?
Yo soy el viento que pasa?
¿Quién eres tú?
Yo soy el pato del río
¿Quién eres tú?
Yo soy el Sol reflejado en el rocío.
ATILA GARCIA MORA
compañeros rimar no rima mucho ni hay bisontes ni linces en mi pueblo pero la mente de un niño es lo que tiene es especial.
SAludos.