Buenos días, gracias a los consejos de los compañeros del foro finalmente voy a poder subir una fotografía de mi primer navajero cazado con flecha, que sucedió el pasado día 17 de junio.
La realidad es que es mi segundo jabalí cazado en espera. El primero fue una guarra grande que me engañó hace año y medio, ya que buscaba un gran macho que entraba al comedero. Aquella primera espera fue indescriptible ya que las sensaciones y el nerviosismo que me envolvieron no los había sentido ni en mis comienzos con un arma de fuego y que ya describí en un relato en su día.
Ya había llovido desde aquel 28 de enero de 2018 en el que abatí mi primera pieza en espera con flecha, hasta la semana pasada que pòr motivos personales y/o laborales no he podido salir al campo a disfrutar de mi afición como me hubiese gustado. El caso es que necesitaba acopiar carne ya que desde hace meses mi reserva en el arcón había desaparecido. La cámara me mostraba a varias guarras con crías (descartadas de antemano), a tres o cuatro primales de porte mediano y a un par de machos de buen porte, uno de ellos con una boca espectacular, que se alternaban durante la noche en el comedero. Los machos entraban a menudo y por separado, pero había bastantes noches que fallaba uno o los dos.
Con esta información y aprovechando la luna llena me dispuse a preparar todos los archiperres y a disfrutar de una espera como es debido y que ya echaba de menos. Llegué al puesto temprano como a mi me gusta y a pesar de que sabía que los bichos no entraban hasta las 22 horas aproximadamente, a las 20:00 estaba clavado y preparado en mi puesto. La temperatura era ideal, un poco fresquita como a mi me gusta, el viento leve y venía bien. Poco a poco fue oscuerciendo mientras disfrutaba de la fauna autóctona diurna, que iba dejando paso a la nocturna.
A las 21:45 horas empecé a escuchar el ruido en el monte y aún en la distancia supe que era una piara por el escándalo que daban los pequeñines. Entraron como un tiro 10 o 12 rayones al comedero y un tiempo después las dos madres que tomaron sus precauciones antes de dar la cara. Estuvieron comiendo casi media hora y disfruté viendolos alli corriendo y chillando por todas partes. En un momento dado las guarras se quedaron fijas al monte y emitieron un gruñido tras el cual de forma inmediata toda la prole con sus madres se fue tan rápido como vino. Con tanto ruido no había escuchado llegar a dos nuevos comensales que tras unos minutos y dar un par de vueltas al comedero salieron del monte y se pusieron a comer. Uno de ellos tenía un tamaño más que suficiente para lo que buscaba y a punto estuve un par de veces de lanzar la flecha, pero llevaba tanto tiempo sin salir de espera que decidí esperar un poco más para disfrutarlos y de paso esperar a ver si venía uno de los machos más grandes que tenía localizados. Al final comieron hasta que se hartaron y de repente se marcharon, quedándome pensando que ya no quedaría grano y que había perdido la oportunidad de hacer "chicha".
Como la noche estaba muy buena decidí quedarme una hora más, ya que los animales habían entrado relativamente temprano. Pasaron los minutos y cuando estaba a punto de terminar la hora que me había marcado como tope, escuché un leve crujido en el monte, lo que hizo que subiese la guardia. Al poco tiempo volví a escuchar ruido leve en el monte lo que me confrimó que por ahí andaba algún animal. Paso un rato sin escuchar nada y de repente escuché a un jabalí coger aire cerca del comedero. Todavía me sorprende la capacidad de estos animales de moverse por el campo, especialmente en verano que todo esta seco y cruje, para llegar a tus pies sin que lo sientas venir. El caso es que este animal estuvo dando vueltas al comedero durante más de 20 minutos, lo que me dió esperanzas de que fuese un buen ejemplar. De repente lo escuché comer en el borde del monte sin dar la cara, el muy puñetero estaba comiendo los granos que el dispensador lanza más lejos y que los guarros más pequeños se olvidan al ir a donde está todo el grano más junto. Me estuvo mareando un buen rato, hasta que por fin le vi la cabeza. Este bicho era grande y ya empezaron los puñeteros nervios (esos que con el rifle ni los noto). Tras un buen rato danzando por los alrededores del comedero sin dar bien la cara, por fin sacó medio cuerpo del monte, lo tenía cruzado perfectamente, encaré y...joder no podía fijar el blanco, estaba hecho un manojo de nervios, solo estaba a unos 15 metros, pero temía marrar el tiro y decidí desencarar. En un momento dado el guarro se metió en el monte y pensé que mi oportunidad se había perdido por culpa de los nervios, que creía tras haber cazado antes ya un jabalí que controlaría mejor, pero estaba equivocado.
Me dije que si el jabalí se marchaba, tendría otra oportunuidad al no haberme sacado del puesto, pero pasado un rato, el animal volvío a entrar por el lado opuesto del comedero, estuvo comiendo por los bordes y finalmente salió completamente del monte ofreciendome en un momento dado un blanco perfecto. Cogí aire varias veces para relajar la tensión, encaré nuevamente y cuando lo tuve en el punto exacto solte la flecha escuchando el sonido inequívoco del impacto en el animal. El jabalí hizo una arrancada y se metió en el monte, una vez dentro se paró y empezó a andar pero haciendo mucho ruido lo que me hizo pensar que iba muy tocado, se alejo un poco del comedero y de repente crujió fuertemente la vegetación del monte y se hizo el silencio.
Me quedé en silencio una hora, tras lo cual empecé a recoger los archeles. Salí del puesto, llevé todo al coche y pasadas 2 horas del disparo y con la convicción de que el nimal se había quedado donde lo escuché por última vez me dispuse a pistearlo. Muchos amigos me dicen que es mejor ir temprano a la mañana siguiente, pero salvo que vea que por la densidad del monte la búsqueda se hace peligrosa, normalmente lo busco esa noche (ya he tenido algún susto).
Fuí al punto del impacto e inicié el pisteo encontrando enseguida el rastro de sangre, las puntas slick trick no fallan en esto. No era un rastro tan abundante como el de mi primera pieza cazada con flecha pero era más que suficiente. Seguí el rastro con toda la precaución del mundo y tras unos 25 metros allí estaba tendido sobre un costado entre las jaras. era uno de los dos machos grandes que entraban y aunque no era en "bueno", encontrarlo me llenó de alegría y también me llenó el arcón con su carne.
Una vez aviado, el tiro afectó tanto al corazón como a los dos pulmones (muy similar al de la guarra que cace por primera vez) y el rastro de sangre no fue muy intenso porque tenía una capa enorme de sebo que tamponó la salida de sangre. La flecha la encontré rota en varias partes en el trayecto del pisteo.
Os dejo una foto del animal y espero que la próxima vez que ponga un relato sea para mostrar un buen navajero. Espero que os haya gustado el relato y la fotografía. Un saludo.