¿Qué tal compañeros? Espero que genial. Yo como siempre con mucha faena y aprovechando los pocos ratos libres para hablar, pensar y esperar a los queridos Jabalís.
Cómo prometí y adelanté en el artículo de superar el frío en las esperas, algún día hablaría del ayuno, sus beneficios y porqué quizá convenga cazar con el estómago bien vacío.
Entiendo que a priori suponga impactante escuchar que se debe ayunar, puesto que rompe con todos los dogmas “mal establecidos” en la nutrición que nos han vendido los últimos años. Pero ayunar es algo tan natural como el mismo acto de comer. De hecho, siempre mantengo una máxima que dicta: “Si no cazas, no comes”. Y así viene siendo desde nuestros antepasados evolutivos.
A pesar de que siempre se haya catalogado al hombre como cazador-recolector, realmente hemos sido más bien recolectores-carroñeros, principalmente en nuestros inicios como seres humanos donde todavía no habíamos desarrollado artilugios (armas básicas) para poder cazar.
Menos cazadores éramos pues de piezas de gran tamaño, las cuales eran conseguidas en días muy especiales y tras ardua tarea en grupo.
Los primeros seres humanos, al carecer de dichas herramientas, ni de afiladas zarpas o grandes dientes, comíamos aquellos deshechos que los auténticos depredadores abandonaban a la suerte del resto de fauna que rodeaba los cadáveres. Unido a esto, también fuimos capaces de fabricar trampas donde conseguíamos pequeñas presas. Sumado a los artilugios de pesca, marisqueo y recolección de gran variedad de tubérculos, raíces, hortalizas y plantas.
Este parece ser el origen de la alimentación humana (De forma muy resumida)
A posteriori, conseguimos desarrollar armas más sofisticadas como lanzas, hondas, cuchillería…etc que nos permitió (siempre en grupo) hacernos con piezas de caza mayor.
El caso es que sea como sea, no teníamos la nevera llena, es decir, no cenábamos y luego salíamos a buscar comida, sino todo lo contrario. Nuestra búsqueda se iniciaba con un buen agujero estomacal. Y precisamente aquí se encuentra el quid de la cuestión.
Nuestros órganos, responden a diferentes estímulos, produciendo así ajustes circadianos (de relojes centrales), pero también ajustes hormonales y genéticos, siendo los estímulos más influyentes la luz solar, y la comida.
De hecho, se sabe que actualmente eso sigue ocurriendo. Algunas tribus como los Ache de Paraguay relataban que durante el día evitaban comer, salían a cazar y a la vuelta de la cacería hacían una gran comida en reunión.
Lo más evidente en esta línea, es la acción de dos sistemas opuestos denominados “sistema nervioso simpático” y “sistema nervioso parasimpático”. Dos sistemas con capacidad de prevalencia. Es decir, cuando uno se encuentra muy activo el otro estará más apagado (Aunque nunca del todo)
Cuando se activa el parasimpático, nuestro cuerpo se encuentra en “estado de calma”. Se activan los procesos de digestión así como de descanso y reparación celular. Es una activación típica del momento posprandial (después de comer) o de las fases del sueño. Durante este período hay poca o nula liberación de hormonas del estrés como la adrenalina. Se libera principalmente serotonina que produce calma.
Por otra parte, el simpático tiene la capacidad de mantenernos alerta. Cuando este se encuentra activo, nuestras glándulas suprarrenales liberan catecolaminas como la adrenalina y noradrenalina, que tienen efectos muy marcados sobre nuestro organismo. Son capaces de aumentar el ritmo cardíaco y la tasa respiratoria, dilatación de pupilas con mayor recepción de la luz, dilatación de vasos sanguíneos que permite un mayor flujo de nutrientes hacia el cerebro y los músculos y supresión del apetito por descomposición de glucógeno hepático y muscular, es decir energía instantánea para todos nuestros órganos (¿A que suena bien para salir a cazar?)
¿Ahora vais viendo por dónde van los tiros? (Y nunca mejor dicho…).
Cuando comemos, nuestro cuerpo se relaja, activando el sistema nervioso parasimpático y produciendo calma…
Ahora… ¿Es este nuestro objetivo mientras estamos de cacería? Más bien todo lo contrario. Cuando estamos cazando necesitamos que todos nuestros sentidos estén activados al máximo. Es decir, que el sistema nervioso simpático se encuentre en modo ON y el parasimpático en OFF. De esta forma conseguiremos que nuestros sentidos se agudicen, que reduzcamos el sueño y estemos mejor preparados fisiológicamente para el momento del lance.
En el otro lado, si previo a salir a cazar o hacer una espera nos metemos una buena comida, nuestro cuerpo activará el sistema nervioso parasimpático produciendo “calma” y anulando todos estos sistemas de alerta que nos permitirán utilizar nuestros sentidos durante la caza.
Si a esto le sumamos que el ayuno tiene gran variedad de beneficios de salud como menor riesgo de resistencia a la insulina, diabetes, obesidad, cáncer, enfermedades mentales… Podemos determinar que nuestro día de cacería o espera en ayunas sumará un bonito efecto sanador tanto psicológico como físico.
Pero claro, muchos de vosotros mientras leéis esto pensaréis que es difícil pasar muchas horas sin comer… pero os puedo asegurar que mi experiencia clínica y personal me dicen que todo es cuestión de práctica, y el 80% de las personas que empiezan a practicar los ayunos acaban por amarlos. Sienten menos hambre, más energía y un efecto reparador celular.
Se puede empezar a practicar con períodos cortos de ayuno de aproximadamente 12 horas. Es decir, dejar de comer a las 20:00h y no volver a comer nada hasta las 08:00h del día siguiente. Así podemos ir incrementando poco a poco las horas de ayuno hasta lograr el método más efectivo que vendría a tener una duración de 16-18 horas. Conforme lo practiquéis os daréis cuenta de que cada vez tenéis menos apetito y os encontráis mejor mientras estáis haciéndolo. Hasta llegar a períodos de ayuno de hasta 24 horas, como hago yo.
Durante el ayuno se pueden ingerir todo tipo de líquidos acalóricos (Agua, Té, Café, refrescos zero…) siendo el ideal el agua o el café sólo. Lo que debéis evitar es cualquier alimento o nutriente que aporte calorías (aunque sean mínimas).
Si al principio encontráis difícil ir de espera o cacería con muy poca comida en el cuerpo podéis empezar por comer cosas que al menos no alteren en exceso estos sistemas de activación como verduras o pescado. Los alimentos ricos en hidratos de carbono como el pan, pastas, patatas, arroces o productos azucarados serán los más problemáticos para el ayuno y la activación del sistema nervioso simpático. Pero como digo, lo mejor es tomar sólo líquidos acalóricos.
Por tanto, resumiendo un poco (que siempre me enrollo como una persiana), evolutivamente el ser humano “se activa mejor” para salir a cazar con el estómago vacío que con comida en el mismo. Esto es gracias a que durante la cacería necesitamos tener todos nuestros sentidos activados al máximo y para ello debe activarse el sistema nervioso simpático (búsqueda de comida). Para que esto ocurra, nuestro cuerpo no debe detectar que hemos comido porque sino entenderá que “ya no es necesario salir a cazar”, sino que toca descansar.
Eso sí, al día siguiente pegaros una buena comida, acompañados de vuestros mejores amigos, y si puede ser, pelando una pieza para disfrutarla enormemente después del próximo ayuno.
Espero haberos servido de ayuda y que os atreváis a probarlo algún día.
Un abrazo y felices y hambrientas cacerías amigos.