La Batalla Contra el Frío, ¿Técnica o Acumulación?
Un invierno mas el frío ha llegado a nuestros montes, parecía que no iba a ser así pero Febrero en pocas ocasiones defrauda.
Combatir el frío, hacer frente con éxito a las bajas temperaturas del crudo invierno, es al final la diferencia entre resistir a una jornada de caza o poder disfrutarla plenamente.
Aprovechando la adversa climatología a la que nos enfrentamos en estos días, nos gustaría compartir con vosotros una serie de conceptos, consejos y características sobre vuestras equipaciones para el frío, que a buen seguro os van a ayudar a superar con éxito los fríos días de caza que vais a afrontar en este final de temporada.
Conceptos erróneos más habituales.
Resulta difícil romper moldes, pero a pesar de lo que la mayoría pueda pensar, acumular sobre nuestro cuerpo cuantas prendas podamos (sobre todo si no son acertadas), no nos garantizara una temperatura óptima de confort. Por no hablar de la inevitable limitación de la movilidad que esto supone.
Tampoco es garantía de éxito utilizar prendas con excesiva capacidad térmica, elevado peso o gruesos rellenos interiores. Este tipo de prendas, además de reducir notablemente nuestra libertad de movimientos, nos causará una elevada sudoración a poca actividad física que desarrollemos. Con la inevitable consecuencia, como bien decían nuestras madres, de que “nos quedemos fríos”.
Pero no creáis tampoco que nuestras madres siempre tenían razón. La típica camiseta “pegadita” de algodón o la preciosa camisa de cuadros verde, en este mismo material, con las que nos acicalaban para ir a nuestras primeras monterías, son la peor defensa posible en condiciones de frío intenso. El algodón es incapaz de expulsar nuestra humedad corporal, con lo cual se debe excluir de cualquier equipación para combatir el frío que se precie.
Siempre que asistimos a una montería, es habitual sobre todo entre la gente joven, ver a cazadores con las prendas exteriores muy ajustadas al cuerpo. Vamos que parece que disfrutan llevando una talla menos de la que necesitan. Mola, pero es un grave error. Las prendas técnicas no solo atrapan el calor en el interior de sus tejidos, también en las cámaras de aire caliente que se crean entre las diferentes capas de ropa. Si no dejamos espacio a estas cámaras de aire caliente, nunca conseguiremos una buena regulación térmica.
Un principio básico
En la actualidad toda equipación destinada a protegernos del frío se basa en un principio muy básico: utilizar en cada momento las prendas justas y necesarias que nos permitan estar térmicamente bien regulados en todo momento. Es decir, debemos utilizar una equipación que en una misma jornada de caza nos haga posible adecuarnos a diferentes cambios de temperatura, variaciones bruscas del clima, diferentes grados de actividad física, etc.
Para ello los fabricantes más técnicos del mercado construyen sus prendas en base a un principio conocido coloquialmente como “la teoría de las capas”. Este principio se basa en una superposición inteligente de diferentes capas de ropa, que permita poner y quitar prendas con facilidad para adecuarnos a las variantes climáticas o físicas que podamos afrontar en el medio natural.
Por buscar una analogía que nos permita entender mejor este concepto, podemos equiparar a las diferentes prendas que forman una equipación a cada uno de los jugadores de un equipo de futbol. Aunque cada jugador tiene una asignación concreta dentro del campo , que le puede hacer decisivo en diferentes fases del juego, su labor solamente será efectiva si la hace en colaboración con el resto de jugadores del equipo.
Del mismo modo, aunque cada prenda de una buena equipación de caza cuenta con unas características concretas, solamente será efectiva si ha sido pensada, diseñada y construida para utilizarse en combinación con el resto de prendas que forman la equipación.
Las diferentes capas de una equipación
1ª Capa:
Por primera capa entendemos el conjunto de prendas que están en contacto directo con nuestra piel. Estas prendas cumplen la función de recoger la humedad que generamos mediante la transpiración y la expulsarla al exterior. De este modo nuestro cuerpo se mantiene seco en todo momento. Lo contrario implica que la humedad residual que permanece en contacto con la piel, se enfríe gradualmente y reduzca drásticamente nuestra temperatura corporal.
Para que esto sea posible este tipo de prendas han de estar construidas en tejidos con capacidad para absorber y repeler la humedad sin que esta se impregne entre sus fibras. Hace años, el material utilizado que con mayor eficacia cumplía esta misión era la seda. En la actualidad las poliamidas sintéticas se imponen en el mercado. En cualquier caso el tejido que siempre hemos de evitar para este menester es el algodón.
Aunque habitualmente solemos apodar a esta primera capa como “ropa térmica”, esto es un grave error, ya que estas prendas nunca deben tener la capacidad de atrapar nuestro calor corporal. Al contrario, deben permitir que al igual que la humedad el calor viaje a través de ellas hacia sucesivas capas de ropa. Por tanto resultará contraproducente buscar prendas de este tipo gruesas o construidas con tejidos de elevada capacidad térmica.
Otro error frecuente es considerar que solo debemos utilizar una primera capa de ropa en tronco y extremidades. Cabeza, manos y pies son algunas de las zonas del cuerpo que más transpiración generan y por tanto por las que más calor corporal se pierde. Es por tanto necesario recubrir estas zonas con una primera capa de ropa capaz de mantener estas zonas del cuerpo lo más secas posibles.
Características Principales de las prendas que conforman la primera capa:
Deben ser prendas construidas con tejidos hidrófugos (normalmente poliamidas).
El tejido debe tener un elevado factor de elasticidad para que la prenda se ajuste y permanezca en contacto permanente con todas las zonas de la piel. Incluso cuando nos movemos.
El tejido debe ser fino, ligero y con un acabado satinado que le permita deslizar con facilidad bajo otras prendas de ropa.
No deben presentar cremalleras u otros acabados que puedan producir rozaduras.
Las costuras de la prenda han de ser exteriores para evitar las rozaduras.
2ª Capa:
La segunda capa de ropa que compone un equipo diseñado para proteger del frío, es la encargada de recoger el calor que despide nuestro cuerpo.
De forma coloquial, cuando hablamos de abrigos o prendas con una elevada capacidad térmica, solemos decir de estas que “dan mucho calor”. Esta expresión no es exacta, ya que las prendas por si solas no tienen la capacidad de generar calor. Su función se limita a recoger el calor que despide el cuerpo y atraparlo entre sus fibras durante el mayor tiempo posible. De esta forma se crea una cámara de aire caliente en su interior que nos proporciona una sensación térmica de calor.
Para que una prenda térmica sea eficiente, es necesario que pueda atrapar el calor que despide nuestro cuerpo, al mismo tiempo que permite que la humedad corporal (en forma de vapor de agua) traspase la prenda sin impregnarse en sus fibras. Algo realmente complejo si tenemos en cuenta que parte del calor que deben absorber estas prendas procede de la transpiración o sudoración que regula la temperatura corporal. En resumen podríamos decir que esta capa de ropa absorbe la humedad procedente de la piel y la primera capa de ropa, extrae el calor inherente a ella y finalmente la expulsa al exterior para que nuestro cuerpo permanezca seco en todo momento.
En las equitaciones actuales la segunda capa de ropa se divide en dos grandes subgrupos: El primer grupo está formado por camisetas, sudaderas o chaquetas térmicas de grosor medio. Fabricadas en materiales hidrófugos como la lana o la poliamida cardada, las fibras que componen estos tejidos están dispuestas de tal forma que dejan pequeños huecos entre sí, donde poder acumular el aire caliente procedente de nuestro cuerpo.
Las características principales de debemos buscar en estas prendas son:
Deben ser prendas construidas con tejidos hidrófugos (normalmente poliamidas).
Sus fibras han de estar entrelazadas dejando huecos en su interior donde puedan acumular aire caliente.
Mientras que en su interior presentan un tacto suave y rugoso, su exterior ha de ser satinado para facilitar el deslizamiento bajo otras capas de ropa.
Las prendas más modernas cuentan con pequeños micro canales entre sus fibras interiores con capacidad de distribuir el calor entre las diferentes zonas del cuerpo según sus necesidades.
Es habitual encontrar prendas de este tipo, construidas con diferentes paneles de tejido en función de la fona del cuerpo que recubren. De esta forma se puede adaptar las propiedades de la prenda a una zona concreta del cuerpo según sus necesidades de aislamiento, movilidad, transpirabilidad…
Es aconsejable que cuenten con cremalleras en la zona del cuello que permitan una mayor ventilación.
El segundo grupo está formado por chaquetas o chalecos con mayor capacidad térmica y de aislamiento. Al igual que las prendas del primer grupo, su función es atrapar la mayor cantidad de calor posible al mismo tiempo que expulsan la humedad hacia su exterior. Pero en este caso además cumplen una segunda función. Deben aislar al cuerpo del frío y la humedad exteriores. Esta segunda función es especialmente importante y para entenderla mejor, vamos a utilizar como ejemplo el aislamiento térmico de una casa: si habitamos una casa sin buenos aislamientos, el frío transmitirá al interior de la vivienda. Necesitaremos por tanto una calefacción muy potente para conseguir una temperatura ambiental agradable. Sin embargo, si la casa cuenta con unos aislamientos adecuados, el frío no se trasmitirá al interior de la casa. De este modo con un menor consumo en calefacción conseguiremos una temperatura más agradable.
Los fabricantes más técnicos construyen estas prendas en base a un diseño de tabiques paralelos de fina poliamida que contienen en su interior relleno térmico. Es decir, como si de un edredón se tratase.
El relleno térmico que encontramos en el interior de estas prendas, puede estar formado por lanas sintéticas o pluma de pato/ganso. Las fibras que forman las lanas sintéticas como el G-Loft o el Primaloft, cuentan con una estructura en forma de espiral entrelazada que las permite ahuecarse para atrapar en su interior el mayor calor posible. Al mismo tiempo, esta estructura asegura una distribución constante y homogénea de la lana por toda la prenda. Esta propiedad es especialmente importante si tenemos en cuenta que estas prendas deben contar con una elevada capacidad de compresión. Es decir, el relleno térmico ha de poder compactarse lo más posible para que la prenda cuente con un volumen de transporte ultra reducido, al mismo tiempo que pueda recuperar su estructura y propiedades cuando la vestimos.
Las características principales de debemos buscar en estas prendas son:
Los tabiques exteriores e interiores de poliamida que contienen el relleno térmico, han de ser ultra-finos y presentar un acabado satinado. Esto permite un buen deslizamiento sobre otras prendas y además asegura una buena capacidad de compresión para el transporte.
Es importante utilizar primeras marcas con rellenos térmicos de calidad como el Primaloft o el G-Loft . Estas lanas cuentan con una compleja elaboración que les proporciona una capacidad térmica y de aislamiento inigualables.
Este tipo de prendas deben tener un diseño sencillo, casi minimalista, de tal forma que ocupen el menor espacio posible bajo otra capa de ropa.
Es aconsejable que la cremallera frontal sea de cuerpo entero. Esto permite poner y quitar la prenda con facilidad tantas veces como sea necesario.
Cuello y puños tienen que ajustar perfectamente al cuerpo para impedir perdidas de calor corporal.
3ª Capa:
La tercera capa de ropa es el la encargada de proteger al cuerpo de los elementos; agua, nieve, viento… Y también de aislarlo de condiciones ambientales adversas como frío y la humedad.
Desde el lanzamiento del Gore-Tex y otras membranas similares al mercado, esta es la base sobre la que se han construido este tipo de prendas. Esta opción, sin lugar a dudas es una fantástica elección, ya que las prendas de calidad que incorporan este tipo de membranas garantizan máxima protección frente al agua o el viento. Pero al mismo tiempo generan un problema, su capacidad de transpiración es limitada. Esto implica que en aquellos recechos o ascensiones donde el esfuerzo físico produce una elevada transpiración, estas prendas no sean capaces de expulsar al exterior toda la humedad que el cuerpo genera. Es entonces cuando esta humedad residual se condensa en el interior de la prenda, humedeciendo las capas interiores y procurando una disminución drástica en la capacidad térmica de la equipación del cazador.
La respuesta actual de los fabricantes más técnicos, se denomina Soft Shell. Este sistema de construcción, permite crear prendas resistentes al viento, la lluvia y la nieve; al mismo tiempo que aportan máxima transpiración, regulación térmica y sigilo.
Esta diferenciación entre prendas Soft Shell y otras con membrana impermeable tipo Gore-Tex, da lugar a que nuevamente los fabricantes dividan la tercera capa de ropa en dos subgrupos
El primer grupo está compuesto por las prendas Soft Shell: Esta es la elección correcta para estar bien protegidos contra los elemento en un 80% de las situaciones de caza que podamos afrontar. Bloquean 100% el viento, resisten sin problemas a precipitaciones moderadas de agua o nieve y siempre nos van a asegurar una transpiración adecuada.
Las características principales de debemos buscar en estas prendas son:
Patrón preformado, codos articulados y tejido elástico multidireccional para una mayor libertad de movimientos.
Ligeras y poco voluminosas para un transporte más cómodo.
Tejidos exterior silenciosos y resistentes a la abrasión.
Acabado exterior con tratamientos de teflón que incrementen la impermeabilidad.
Cremalleras y bolsillos herméticos y termo selladas.
Aperturas de cremalleras en axilas y otras zonas de la prenda para incrementar la ventilación.
Puños y cuellos ajustados al contorno del cuerpo que eviten la pérdida de calor corporal.
El segundo grupo está formado por las prendas con membranas impermeables tipo Gore-Tex. Como ya hemos visto este tipo de prendas ofrecen un grado de impermeabilidad próximo al 100%. Pero también cuentan con el hándicap de una capacidad de transpiración limitada. Por tanto los fabricantes de mayor calidad tienden a ofrecer prendas de este tipo para un uso más esporádico, es decir, solo para cuando realmente se necesitan. Para ello utilizan tejidos muy livianos y diseños minimalistas que dotan a estas prendas de un volumen mínimo de transporte. De este modo podremos portar la prenda fácilmente y utilizarla solamente cuando sea estrictamente necesario.
Las características principales de debemos buscar en estas prendas son:
Cremalleras y costuras termo selladas e impermeables.
Máxima ligereza y capacidad de compresión para un fácil transporte.
Patrón preformado, codos articulados para una mayor libertad de movimientos.
Ligeras y poco voluminosas para un transporte más cómodo.
Acabado exterior con tratamientos de teflón que incrementen la impermeabilidad.
Aperturas de cremalleras en axilas y otras zonas de la prenda para incrementar la ventilación.
Puños y cuellos ajustados al contorno del cuerpo que eviten la pérdida de calor corporal.
Utilización de las capas de ropa en diferentes partes del cuerpo.
Queda claro que una equipación por capas asegura una buena regulación térmica y un grado de confort elevado. No obstante podemos cometer errores al utilizarla que pueden disminuir su eficacia. Uno de los más habituales es utilizar varias capas de calidad para proteger el tronco y las extremidades superiores, mientras que solo utilizamos una única capa de dudosa calidad para proteger piernas, mános, pies y cabeza.
En muchas ocasiones hemos oído decir a algún compañero “no he pasado frío, pero los pies se me han quedado helados”. Esta afirmación implica muchas más carencias en el diseño de nuestro equipo que el hecho de llevar unas botas o calcetines que no nos han protegido correctamente los pies. La termo-regulación de nuestro cuerpo funciona como un conjunto, no de forma independiente en cada zona de nuestro cuerpo. Del mismo modo que al correr regulamos nuestra temperatura expulsando sudor por todas las zonas del cuerpo, no solo por las piernas, cuando una parte del cuerpo se queda fría puede ser porque el resto no está bien abrigado. Para entenderlo, podríamos llegar a afirmar “que los pies se nos han quedado fríos porque no hemos utilizado un buen gorro”. Esta afirmación parece absurda, pero si tenemos en cuenta que por la cabeza podemos llegar a perder un 60% del calor corporal y que las zonas del cuerpo en que antes sentimos el frío son aquellas cuyo riego sanguíneo se encuentra más alejado del corazón, entendemos que esta afirmación puede llegar a ser cierta.
Por esto os recomendamos que protejáis cada zona del cuerpo de forma consistente:
En el caso de las extremidades inferiores debemos tener claro cómo va a discurrir la cacería: si vamos a permanecer estáticos o si por el contrario vamos a caminar largo tiempo.En caso de que vayamos a estar estáticos, como en una montaría o un aguardo, es aconsejable utilizar tres capas de ropa (1ª,2ª y 3ª capas). Tantas como sobre el tronco o las extremidades superiores.Si por el contrario vamos a permanecer activos, como en un rececho de montaña, al menos debemos utilizar dos de las tres capas de ropa posibles (1ª y 3ª)
En el caso de los pies siempre es aconsejable utilizar tres capas de ropa. Un calcetín de poliamida ultra fino (1ª capa); Un calcetín de poliamida cardada o lana (2ª capa) y por último unas botas con buen aislante térmico (3ª capa).En manos y cabeza, mínimo debemos utilizar dos capas de ropa (1ª y 3ª)
http://bowland.es/blogs/bowland-blog/17053000-la-batalla-contra-el-frio-tecnica-o-acumulacion