Allá por principios de los años 80 (del siglo pasado, si.... ¡¡¡¡cielos!!!.... ¡me hago viejo!) escribí y publiqué en el aquel entonces mi página personal mis primeras palabras sobre la caza con arco en la red.
Casualmente las he encontrado y he pensado en haceros partícipes de ellas.
Aunque en algunas cosas he evolucionado y posiblemente hoy no las escribiría exactamente así, sigo sintiéndome perfectamente capaz de suscribirlas hoy.
Confío en que las disfrutéis.
INFORMACIÓN ADICIONAL
Dentro de lo que es la caza, la caza con arco ocupa un lugar especial, no sólo por su dificultad intrínseca, si no también y en particular por el extremado contacto con el medio y la especial situación del lance venatorio.
Esto hace al cazador con arco el cazador por excelencia.
La Caza con Arco
En los albores de la humanidad, no sabemos muy bien donde ni cuando, un hombre desarrolló lo que en aquel entonces debió suponer un avance tan radical como siglos después supuso la aparición de las armas de fuego:
El arco y las flechas
Hoy, milenios después, este arma retoma poco a poco un lugar en nuestro mundo, en un espacio que jamás debió de perder:
En la caza deportiva.
¿Qué es lo que hace a un cazador con arco diferente de los demás cazadores?
En principio las diferencias no son muy evidentes:
Todos cazamos.
Pero es un axioma extendido entre los cazadores con arco que, para serlo y poder cazar, tienes que ser cazador.
Esto que parece una perogrullada, se hace muy evidente si miramos la caza mayor con arma de fuego y la comparamos con la caza mayor con arco.
En la primera, utilizando una de las modernas armas de fuego, el cazador puede estar en muchos casos en el límite de las capacidades sensoriales del animal:
Difícilmente podrá oírle desde unos cientos de metros si es mínimamente cuidadoso.
Difícilmente podrá olerle, a menos que no sepa nada de los vientos y se haya bañado en perfume al salir de casa...
Difícilmente podrá verle a poco que haya cuidado su vestimenta, eliminado brillos y no se recorte contra el fondo.
En la segunda, aún utilizando los más modernos arcos de poleas, el cazador debe llegar a situarse a menos de treinta metros de su presa:
Totalmente dentro de las capacidades sensoriales del animal, aún de las más empíricas:
¿Sabías tu qué, si los miras directamente parece que puedan llegar a sentir tu mirada?
El cazador con arco sabe que no ha de mirar directamente a su presa durante la aproximación, si no únicamente en los segundos precisos para el disparo.
El cazador con arco también sabe que los vientos menores le pueden jugar una mala pasada en cualquier momento a esas distancias, y adopta todo tipo de precauciones para enmascarar sus propios olores corporales.
El cazador con arco también sabe que a esas distancias es muy difícil competir con la agudeza visual de la presa, por ello cuida especialmente de su vestimenta y camuflaje, hasta unos extremos que no puedes imaginar.
El cazador con arco también sabe lo que puede suponer el más mínimo susurro inadecuado, por ello se mueve no procurando no hacer ruido, si no procurando que sus ruidos sean lo más irregulares y adecuados al entorno.
Y, finalmente, el cazador con arco sabe que, además, ha de saber cazar.
Qué ni aún haciendo todo lo anterior perfectamente, será capaz de conseguir su presa si no sabe cazarla.
Al final, muchas veces, el cazador con arco, a decena y media de metros de su presa, o incluso menos, tensa el arco, apunta y...
...Relaja la tensión, se yergue, descubre su rostro y ve al animal mirarlo confundido y alejarse, como si dudase de si debe hacerlo, o si deja atrás a un amigo...
El ya ha cazado.
Mañana el cazador con arco retomará otra pista, rastreará las huellas como sólo imaginamos que lo puede hacer un indio del oeste americano, y volverá a cazar...
Quizás en esta ocasión decida disparar y lleve carne a casa...
...O quizás se limite a pasarse un tiempo, que a él le parecerán horas, sentado o acuclillado a escasos metros de su presa, ...sabiendo que, otra vez, la ha cazado.
Puede que quieras introducirte en este mundo, o quizás, tan sólo probar a vivirlo en alguna ocasión... no se si dispondré de tiempo para salir contigo, pero dame un toque.