COBRO CON ÉXITO DE TRONCHA
El pasado día 6 de febrero de 2016, se organizó una montería en la Finca Dehesa-Vieja y una semana antes se me avisa por si quiero estar presente en esa montería, en representación de la Asociación Española de Perro de Sangre(AEPES), a la cual pertenezco.
Se solicitaban equipos de rastreo, para una vez finalizada la montería se entrase en acción en el caso que hubiese algún animal herido.
Para mí y para Troncha eso significa poder seguir trabajando en esta labor tan importante, como es la difusión del rastreo de animales heridos con perros de sangre, pues entiendo que es una forma más de practicar la caza de una forma ética.
Tras el habitual desayuno se pasa a explicar como se va a desarrollar la montería, se da a conocer la mancha, la manera de batir, las rehalas y por último se presenta el equipo de rastreo de AEPES, formado por Abdón Cabeza de Vaca Molina y su perra Troncha. Es cuando muchos de los asistentes se quedan sorprendidos por contar con dicho equipo y más aún por la raza del perro que será encargada, un alano español. Troncha esta acreditada por AEPES, después de superar una difícil prueba de rastro.
Lo normal sería un teckel, un sabueso de Baviera, u otra raza más específica para estos menesteres, pero una de las diferencias de la AEPES con otras asociaciones es que en ésta tiene lugar cualquier perro que pueda seguir un rastro frío sin distinción de razas.
Tras la presentación, doy una serie de indicaciones a los asistentes para que sea más factible el rastreo y cobro.
Se empieza a organizar la salida de las armadas, (el sorteo se hizo el dia anterior para ganar tiempo). Yo como mi tarea es al final de todo, comento al organizador que esperaría en el coche en un sitio que no molestase a nadie y pudiese ver parte de la acción de caza. Ante esta propuesta enseguida se ofrecieron varias personas a que les acompañase al puesto, para que no me quedase solo y por lo menos pasar así el dia entretenido. Ante la insistencia decidí acompañar solo y exclusivamente como espectador y por supuesto en esta ocasión, no me acompañaría Troncha, pues para ir a rastrear me gusta dejarla al margen de todo.
Decir que el día fue muy bueno con algo de aire pero sin lluvia y con una temperatura agradable. El puesto en el que acompañaba al cazador, fue una traviesa que estuvo muy entretenida de principio a fin.
Una vez concluida la montería, es el momento de preguntar y ver las opciones de rastreo para Troncha, siendo decisión mía y previamente comentado en el desayuno, dar prioridad a los rastreos más claros y con teóricamente más opciones.
El primero que se nos presenta es de un venado tirado en una traviesa, dando sangre ya metido en el monte, pero no en el tiro.
Buscamos y localizamos la sangre y voy a por Troncha al coche. Me pongo el traje de faena y a mi perra su collar de rastreo y su trailla. Decide acompañarme Angel Vadillo con el que estuve en el puesto, que casualidades era un socio de AEPES desde hacia poco tiempo.
Troncha empezó a rastrear bien sobre la sangre, hasta una determinada parte del rastro que empezó a despistarse por circunstancias ajenas al rastreo como ruidos de remolques y perreros llamando a perros. Pero con un poco de paciencia y unos minutos sentándola y centrándola, empezó de nuevo a rastrear. La sangre cada vez era menor, perdiéndose en algún tramo y encontrando rastros de pisadas de otros animales. Ante la dificultad decido volver a la última sangre a retomar el rastreo. La persona que me acompañaba tenia un teckel, que conocía también lo del rastreo y decidimos entre los dos que seria una buena opción, ir con él por detrás para confirmar en el caso de pérdida del rastro por parte de Troncha.
Tras unos cientos de metros con la trailla y volviendo Troncha a recuperar el rastro, decido soltarla pues llegamos a una zona que era factible, así la perra trabaja mejor. El teckel confirmaba los pasos hasta que llegado un momento también se pierde, pues apenas había sangre. En un camino después de hacer un ángulo de 90 grados, ya no hay indicios de nada.
Entonces, mi alana empieza a buscar y corregirse, localizando de nuevo el rastro, llevándonos hasta el final donde el venado ya no estaba, por habérselo llevado los cargueros. Un rastro difícil de unos 800 metros con viento y dos ángulos muy pronunciados.
Cuando volvíamos para la comida, nos dicen que han tirado dos jabalís y que dan mucha sangre, uno se ha recuperado y otro no, así es que ni comida ni nada decido ir a pistear y me acompaña otro cazador que sabe donde es el sitio.
Llegamos allí y efectivamente, encontramos sangre y huesos. Saco a Troncha y viendo el monte que hay decido no llevar la trailla sino solo la correa corta de trabajo. Enseguida se pone en el rastro muy, muy segura. El monte es muy cerrado y en ocasiones hasta me cuesta pasar por debajo de las jaras.
Cuando llevamos unos 30 metros de rastreo, nos surge la primera dificultad.
De un único rastro inicial salen dos rastros diferentes, uno hacia arriba a la derecha y otro hacia abajo a la izquierda, cúal tomamos???. Dejo actuar y que decida Troncha. Coge el de la izquierda y lo sigue hasta un camino, donde me espera, la vuelvo a llamar y vuelve a coger ese rastro. La sigo y pregunto al cazador que si me puede explicar que ha ocurrido en el puesto.
Después de enterarnos que se habían tirado dos jabalís en el mismo sitio, con la casualidad de que ambos daban sangre, uno fue recuperado pero el otro era trabajo mío, asi que seguimos con el rastro que cruzaba el camino, que era el que Troncha decidió tomar tras meterse en el monte de nuevo. Me paro a escuchar su campanilla para localizarla, y cual es mi sorpresa que empieza a latir de parado, y enseguida gruñidos, regruñidos, quejidos y lamentos, como jaleo de lucha.
A la persona que me acompaña le digo que saque a Preto del coche, para que ayude a Troncha. El braco sale como un rayo, pero él no está acostumbrado a estas labores, llegando a la cochina y metiéndose con ella, pero recibe un revolcón y se lo piensa, tomando entonces muchas precauciones.
Salgo como puedo corriendo y rompiendo monte a socorrer a la perra, que sigue ladrando a parado cada vez más hacia abajo. El tiempo se me hace eterno y los metros kilómetros, no termino de llegar a ver lo que pasa, solo escucho ladrar a Troncha.
Por fin llego al sitio donde esta mi alana en un claro de la mancha delante de mí al que llego rompiendo jaras, con tan mala suerte que la cochina esta mirando y escuchado mi salida. Yo con el cuchillo en mano espero quieto a ver que pasa en un instante la cochina se me arranca, está muy mermada de los cuartos traseros, pero con energía suficiente para ponerme en un aprieto. Cuando está a dos metros de mi llega Troncha y se agarra a ella, recibe otro topetazo pero me hace el quite, llevándosela y provocando la huida de nuevo hacia abajo, hasta que la emplaza en un claro. La cochina se acula en un apretón de jaras y solo da la cara, intentado huir cuando la perra la presiona mucho, viendo que tiene perdida la batalla. Troncha se crece cada vez más ante esta situación, incluso Preto se arrima.
Pido un rifle para rematar este lance y es el dueño de la finca quien acude con el arma, pidiéndole precaución a la hora de rematar, para no alcanzar a Troncha.
Llamo a mi perra y después de varios intentos por fin me escuchó, le pido que se aparte y así hace, momento en el cual la jabalina es rematada de un certero disparo.
Una cochinaza de 100 kgrs había sido la protagonista de este lance, la que vendió cara su vida defendiéndose con valentía hasta el final.
En ese momento se libera todo el estrés acumulado por tanta tensión. Troncha muerde y yo la mimo y premio efusivamente, pero en una de esas caricias, veo sangre en mis manos, y reviso a la perra. Está rajada por la barriga, no es grave pero así y todo me apresuro en terminar con todo esto y llevar a mi perra al cortijo a realizarle una cura rápida para después acercarla al veterinario.
Terminamos todo ya de noche, con las felicitaciones de los que participaron en ese lance.
Yo sin comer y con 220 kms por delante, pongo rumbo a casa, con una satisfacción enorme y orgulloso de mi perra, que como su padre Brujo, me está dando muchas alegrías y satisfacciones.
Durante el viaje me da tiempo a pensar y reflexionar de los errores cometidos, de la suerte de Troncha al no ser un jabalí macho con boca, el orgullo de haber representado a AEPES de esta manera, etc...
Quiero hacer mención especial a la Asociación Española de Perro de Sangre (AEPES), por la labor que está desempeñando en España, dando a conocer este arte del pisteo.
Yo desde mi modesta opinión creo que en las monterias tendría que haber un equipo de rastreo, para de esta manera evitar dejar animales muertos o heridos en el monte, por ética y por respeto hacia los animales que entregan su vida en el monte, por no hablar del móvil económico que supone el recuperar piezas que de otra manera se perderían.
Ojalá que en un futuro pudiésemos ver, que las organizaciones cuentan con equipo de rastreo como parte de la logística de sus monterias.
ABDÓN CABEZA DE VACA MOLINA
OS DEJO ENLACE DE OTRO RASTREO
https://www.youtube.com/watch?v=te2553K58W0