Lo escribí hace años pero creo que hoy día sigue en vigor...
Importante como pocas es la figura del postor en las monterías, pues es el encargado de colocar la armada que, con anterioridad, le ha asignado el organizador de la montería.
Además es el mediador en las discusiones que puedan surgir entre los monteros por la propiedad de una res. Uno, que se considera observador, se percató hace tiempo de las numerosas variantes que presenta la personalidad del postor, queriendo a continuación analizarlas, dándoles su nombre propio.
EL CORRECAMINOS: Hombre con unas piernas de acero que, con un cigarro en la boca y fuelle portentoso, coloca la armada casi sin darse cuenta. Cuando todos los monteros aún van por la mitad de la empinada raya, subiendo en primera con la caja de cambios quebrada, ya anda nuestro protagonista haciendo aspavientos con los brazos para que la gente se dé prisa. Al terminar la montería, suponiendo que sobreviviste a la subida, lo ves venir como si fuera montado en una moto. Si eres capaz de seguirle, serás lo que se dice, un auténtico atleta.
EL DESPISTADO: Este se pierde en el baño de su casa. Primero hace dar a la caravana de coches una vuelta turística por la sierra promocionando el turismo rural y cuando al fin para su vehículo, apeándose con cara de circunstancias, nadie se atreve a soltar un taco pero las miradas lo dicen todo. Ni que decir tiene que la aventura continuará buscando los puestos, hasta que el más irascible se acuerde en voz alta de la madre del postor. Con suerte, la armada se colocará media hora antes de rematar la mancha.
EL MEDALLISTA: Gran entendido éste en los baremos oficiales C.I.C y S.C.I para medir los trofeos. Cuando llega contigo al puesto, comienza su discurso..."Aquí, el año anterior, mató Don Fulano un cochino bronce. Hace dos, cobró Don Beltrano un venao plata alto y, hace tres años, cuando llovió tanto, Don Zutano se quedó con un macareno medalla de oro que fue récord regional". Los dientes, a estas alturas, oyendo tanta maravilla, los tienes más largos que Drácula. Pero lo curioso del caso, es que la misma parrafada se la va endosando a todos los componentes de la armada. Al concluir, en el recuento final, aparecen sólo venaetes y pelaíllas. Uno entonces piensa que las medallas no estaban porque acabaron con ellas en años anteriores.
EL AVISPADO: Conocedor del terreno como la palma de su mano diestra. Sabe de reses y cochinos más que nadie, sabiendo escoger el emplazamiento de su puesto conocido de sobra de años anteriores.¿Ves ese cochinaco enorme que yace muerto a la puerta del cortijo con unas navajas como cirios? No preguntes; lo habrá matado sin lugar a dudas, ese hombre de mirada lobuna y andares felinos: El postor avispao.
EL RECOGEDOR: Este jura y perjura que cuando acabe la montería pasará a recogerte aunque se hunda el mundo y caiga un meteorito. Si no andas listo, te quedarás sentado en el catrecillo hasta la mañana siguiente y eso, con suerte, porque te puede comer esa noche un lobo. Si detectas la huída en desbandada, cuando sean las seis de la tarde, de tus compañeros de armada, haz lo propio con tu anatomía aterida. Si lo ves en la casa, reprime tus instintos asesinos pues se olvidó de ti sin querer.
EL PURISTA: No podía faltar esta especie en extinción, rara avis de los montes. Iguala su paso al de los monteros e incluso le coge el rifle al más derrotado en la ascensión a Machu-Pichu; encuentra los puestos a la primera con los ojos vendados; no habla de medallas ni preguntándole; se pone en el peor puesto de la montería y espanta los bichos que puedan romper a su zona para que los tiren los monteros y al acabar la montería, pasa puntual a recogerte. Todo un señor...