Hola compañeros, voy a intentar contaros la bonita espera de anoche, espero que os guste:
De nuevo este año creo que la virgen me ha vuelto a visitar, como todo en esta vida todo va por rachas y hay veces que no hay manera y cuando menos te lo esperas esta bendita afición te sorprende dándote recompensas que quedan grabadas en nuestras mentes de esperitas.
Anoche parecía una noche mas, tras la desilusión por haber perdido un buen guarro la semana pasada, o eso creo
me puse a un cebadero la verdad, muy tomado. No digo más que esta semana eche un saco de 25kg el Sábado, otro el lunes y otro el miércoles. Aquello desparecía, algo me decía que era una piara y de las gordas, pero en un pino grande habían unas marcas, no muy profundas pero si muy altas, aquello llamo mi atención pero tampoco pensaba que se tratara de este animal.
La estrategia era fácil, tan solo iba a tirar si entraba algo que valía la pena. El día fue caluroso, empezando un viento fresco y desagradable al medio día que no pararía hasta casi las 23.00, me senté y mis presagios no eran buenos, el viento era frio y cambiante a rachas, sabía que solo oscurecer saldría nuestra compañera a iluminar nuestros campos, además de una noche despejada y clara.
El cebadero era nuevo de “trinca” a estrenar. Colocado a conciencia por el viento en esa zona y un poco a mala fe para nuestros amigos los suidos, pues muchas veces nos partimos la cabeza pensando en donde ponernos y la solución a veces es la más simple, en este caso así fue, me coloque en un cuello donde tienen entrada por delante y por detrás, ubique mi silla a la sombra de un enebro grande y coloque mi trípode.
La comida la tienen en el otro lado de ladera a unos 70m, no hay sitio para ponerse más cerca, si no lo haría pues lo que más valoro en una espera es sentir el animal cerca y el roce de su cuerpo con el monte me vuelven loco de taquicardia.
La comida la hecho a las faldas de un gran pino, esparcida y la tapo con ramas del pino.
Empezó a oscurecer y el viento no cesaba para más inri aparece la luna en todo su esplendor y vuelve hacerse de día, me comí el bocadillo y con los prismáticos adivinaba un conejo dando cuenta del maíz, el viento no me permitía oír nada, con los prismáticos seguía escudriñando unas pequeñas siembras de trigo que quedaban a mi derecha, sobre las 22.15 oigo claramente un jabalí cruzando el monte enfrente para entrar a la comida, cojo los prismáticos y lo veo, entra franco y está comiendo , me parece grande y apoyo el rifle al trípode y continuo la observación desde el visor, no me decido a tirar pues no lo veo bien entre la sombra y luna.
Me quedo mirando bien y algo no me cuadra, la silueta es rara, veo dos jorobas y enseguida caigo, hay dos jabalíes comiendo y están superpuestos uno un pelín adelantado, pienso en hacer un doblete pues nunca he hecho ninguno. Pero mientras los miro y los disfruto me da pena tirar, no necesito carne y no creo que sean lo que busco, comen durante 15-20minutos y deciden continuar su camino ladera abajo donde les espera una charca de barro blanco, todo queda en calma otra vez.
Continuo disfrutando de ese cielo que ilumina todo y del viento fresco, que bien que feliz estoy, que vivo me siento. Sigue el tiempo pasándome volando, cuando de repente, crac! Maíz que se parte, vaya! Pero si no hay apenas viento ya, son las 23.30, no he oído nada llegar ni aproximarse. No escucho nada, pasan 5 minutos y nada me vuelvo respaldar pensando que aquello habría sido otra cosa que el comer de un jabalí. Entonces crac! Crac! Otra vez, no hay duda de que algo está comiendo, pero entre las coscojas que hay en el cebadero no veo nada.
Ahora parece que el comer ya es continuo, me rompo la vista con el visor y sigo sin ver nada, lo oigo comer y pienso que serán esos granos que siempre esparzo alrededor, el comportamiento del animal me gusta y mis presagios son buenos.
Me estoy poniendo tenso y intento tranquilizarme pero de nada sirve, empieza la pierna derecha a temblar, bendita afición. No sé por qué me pasa tras cada vez más noches en el campo, pero es inevitable.
Mirando y mirando creo ver la cabeza detrás del pino gordo, está en el centro de la cruceta, miro y remiro y así es, ahí estas. Quiero que se destape un pelín y alumbrare. Pasan un par de minutos son casi ya las 12, un paso adelante me confirma que medio de su corpachón asoma ya, por las referencias que tengo en la cruceta-distancia-aumentos sé que es grande, muy grande. El viento me sopla barranco abajo y el está en la ladera de enfrente, es imposible que me saque.
Llega el momento de la verdad, sigo el ritual, quito el seguro con máxime cuidado con los dos dedos, enchufo la retícula y respiro, vuelvo a respirar, dudo en tirar sin luz. Tengo miedo que recele del fogonazo, está dentro de la cruz, enciendo la linterna y no hay duda, es el. Me fijo en el centro de la cruz, no respiro, coloco la cruz en el codillo y pum!! Resuena el tiro en el barranco, veo el polvo salir del impacto en su corpachón que ha arrugado sus patas, intenta levantarse y el peso de su cuerpo lo vence cayendo contra el pino y empieza a rodar hacia un llanito unos 5 metros abajo, patalea y apago.
Espero 5 minutos y por el visor lo veo tumbado, supongo que será el que en un cebadero más abajo era imbatible, listo y precavido, lástima que su final sea en una noche de luna llena. Me encanta disfrutar del momento de después del tiro, escuchar y relajarme antes de ver el animal.
Me acerco lentamente, lo alumbro con el frontal, quedo asombrado, pongo mi mano en su costado, sus ojos brillan a la luna y felicidad y tristeza me invade, siento máximo respeto por el, en mi interior le pido disculpas y le doy las gracias.
Esta mojado y embarrado hasta los topes. No hay duda que ha disfrutado su último baño, cuelgo el rifle de mi hombro y vuelvo hacia el coche en silencio pensando en todo. Espero que salgan unos chorizos y jamones estupendos así como su trofeo, a falta de homologar.